Un incendio obliga a desalojar a 180 inmigrantes del cuartel de Bonrepòs

Las Provincias, MARRAHÍ/CARCHANO | BONREPÒS I MIRAMBELL., 11-02-2011

Un violento incendio originado en unas casas abandonadas obligó ayer a desalojar a unos 180 inmigrantes que ocupan desde hace años los viejos cuarteles militares de Bonrepòs i Mirambell.

El fuego comenzó sobre las siete de la tarde y la zona se convirtió en un auténtico caos, con un colapso en el que centenares de vehículos quedaron atrapados en la antigua carretera de Barcelona, que tuvo que ser cortada al tráfico. Los inmigrantes caminaban, algunos sin rumbo fijo, y sin un techo bajo el que dormir por la noche. Cinco dotaciones del Consorcio Provincial de Bomberos, apoyados por la Guardia Civil, fueron necesarias para apagar el incendio y desalojar a los inmigrantes.

El fuego arrasó completamente las dos casas abandonadas, donde vivían 12 familias con una docena de menores de entre 3 y 17 años. «Nos hemos quedado sin nada», lamentó uno de los ocupantes de las viviendas, de origen rumano, que guardaban dentro chatarra que recogían en la basura y bombonas de butano para cocinar. «Además de ropa, hemos perdido toda la documentación».

Se desconocen todavía las causas que originaron el incendio en unos inmuebles que llevan años abandonados y que pertenecían a una conocida familia de la zona, Ripoll, propietaria de una estación de servicio que estuvo ubicada junto a las viviendas incendiadas, y que fue vendida a una promotora que posteriormente quebró. El Ayuntamiento de Bonrepòs desconocía quiénes eran los propietarios actuales de los inmuebles, aunque sí confirmó que llevan ya mucho tiempo ocupadas por inmigrantes, que han abierto numerosos boquetes entre las dos casas y las instalaciones del antiguo cuartel militar.

Los bomberos, por precaución, desalojaron las viejas instalaciones del Ejército, donde actualmente viven unos 150 inmigrantes africanos y de Europa del Este. Como ya denunció LAS PROVINCIAS y el propio Ayuntamiento, subsisten en unas condiciones pésimas de salubridad, sin lo más básico para poder vivir.

La mayoría de las personas desalojadas se dispersaron, muchas en dirección a la ciudad de Valencia, con el objetivo de encontrar algún lugar donde alojarse, aunque sea provisionalmente, y con la esperanza de poder volver a los cuarteles. Junto al incendio esperaban otro grupo de extranjeros.

Farid tiene 30 años y es argelino. Llegó al cuartel hace dos años y trabaja en el campo. «Voy a esperar a ver si me dejan vovler a entrar porque tengo ropa dentro. Si no me dejan buscaré otro lugar para dormir», aceptó resignado. Junto a él, Karim, de 35 años y también argelino, esperaba que la Guardia Civil y los Bomberos se marcharan para poder entrar de nuevo a unos edificios militares que no resultaron dañados por el fuego. Fue su proximidad a las casas afectadas lo que motivó su desalojo.

Hasta el lugar del incendio también se acercó el alcalde de la localidad, Jesús Raga, y uno de sus concejales, Marcos Núñez, que coordinó el auxilio a los inmigrantes. Una vez controlado el fuego, Bomberos y guardias civiles permanecieron en la zona para evitar que las familias rumanas volvieran a las casas, que quedaron en muy mal estado.

Raga aseguró sentirse «desbordado» por la situación generada en el cuartel, donde casi dos centenares de personas malviven cada día sin que el Ayuntamiento pueda hacer mucho por ayudarles, ya que la población apenas llega a los 2.000 habitantes. «Llevamos meses pidiendo ayuda a la Conselleria de Inmigración», aseguró el alcalde, que advirtió que en los últimos tiempos las instalaciones se han ido deteriorando. «Los propios inmigrantes se llevan las piezas metálicas y hasta ladrillos para venderlos y hay riesgo de derrumbe», denunció Nuñez.

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