Desde otra mirada

Test vital en femenino

Deia, por nekane lauzirika, 07-02-2011

Podría ser que en un futuro no tan lejano viviéramos en Europa bajo derechos salariales y laborales chinos y conductas morales islamistas. Ayer recordábamos el Día Internacional de la Tolerancia Cero a la Mutilación Genital Femenina, porque aunque la presenten como tradición ancestral, en el mundo 140 millones ya han sufrido ablación genital y cada año a más de tres millones de niñas les extirpan parcialmente sus órganos sexuales; especialmente en países de África, Gambia, Senegal, Guinea, Nigeria, Ghana… o Malí donde el 91% de las mujeres han sufrido esta “violación de sus derechos humanos”. Las consecuencias físicas y psicológicas son indelebles. La costumbre pasa de generación a generación porque resulta muy difícil erradicar “los prejuicios y factores socioculturales que perpetúan creencias sobre no ser esposas aptas si no se les mutila su clítoris o labios vaginales”. Pero también más cerca debemos fijar nuestra sensibilidad, porque en Europa viven al menos medio millón mutiladas genitalmente y más de 180.000 corren el riesgo de verse sometidas anualmente a una ablación. Por esto son encomiables las iniciativas entre inmigrantes africanos para prevenir esta mutilación cuando viajan a sus países de origen. También entre nosotros se da violencia de género y centenares denuncian malos tratos. Entre los cristianos, azotar a la esposa tuvo respaldo canónico hasta 1918 y en la victoriana Inglaterra ofrecían 5 guineas por un caballo y sólo 4 chelines por la recuperación de la mujer. Hasta 1978 el código penal español sólo castigaba a la esposa adúltera, no al marido adúltero. También en Europa – occidente se sigue dando licencia para algún palo que otro… aunque sea, por decirlo así, como concesión al folclore. Nada sorprendente, por cierto, si durante siglos se pudo apalear a las mujeres hasta dejarlas lisiadas, o quemar y enterrarlas en vida. El machismo manifestado en mutilaciones, agresiones, trata de niñas y mujeres, violaciones, explotación sexual… es solamente la punta de un iceberg que afecta a todas las culturas y sin duda enraiza en tradiciones de inferioridad femenina heredaras. Que para nosotros/as hoy todas estas situaciones sean atrocidades es consecuencia de la educación y concienciación de ellos y de nosotras, que además de víctimas somos las transmisoras necesarias de la cultura de aceptación de las costumbres del macho varón. El test femenino está en cortar esta transmisión de violencia para que ni aquí ni allí se dé una violación de nuestros derechos humanos.

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