TRÁFICO DE PERSONAS

Buscan a más miembros de la red que explotaba a rumanos

La Voz de Galicia, A. lorenzo, E. mouzo, 07-02-2011

Los seis detenidos en Arteixo el pasado viernes por formar parte de la trama fueron puestos ayer a disposición judicial

Los seis detenidos en Arteixo el pasado viernes por formar parte de la trama fueron puestos ayer a disposición judicial

Después de pasar dos días en las dependencias policiales, los seis rumanos detenidos en Arteixo por explotar a varios compatriotas pasaron ayer por la mañana a disposición del Juzgado de Instrucción número 1 de A Coruña, que será el encargado de llevar todo el caso. Mientras, los agentes que están llevando la investigación siguen buscando a más implicados en esta red, ya que se han encontrado varios indicios sobre la existencia de personas que podrían estar intentando escapar. Por el momento, el juzgado ha decretado el secreto de sumario de toda la operación, que ha bautizado como Danubio, y en la que no se descartan nuevas detenciones en los próximos días.

En la madrugada del pasado viernes se producían los primeros arrestos, después de que los policías encargados de la investigación irrumpiesen en cinco pisos de Arteixo, donde los seis detenidos tenían secuestrados a ocho compatriotas, a los que obligaban a robar o a trabajar sin ninguna compensación económica. Al parecer, esta red de delincuentes engañaba a estas personas prometiéndoles que en España tendrían un empleo.

Sin embargo, una vez que llegaban aquí, y según relató una de las víctimas liberadas por la policía, les quitaban el pasaporte y les obligaban a recoger la comida de los contenedores, a robar en establecimientos y en casas particulares, así como en varios camiones que estaban estacionados cerca de Betanzos, a los que sustraían el combustible. Gracias a la declaración de uno de los secuestrados, también se ha conocido que los imputados nunca tuvieron intención de buscarles trabajo, y que cuando estos les pidieron que le devolvieran su documentación para volver a su país, los delincuentes se negaban y los amenazaban, al mismo tiempo que les recordaban que debían cerca de 1.000 euros por haberlos traídos a Galicia.

Además, para no levantar las sospechas de sus familiares, los explotadores los dejaban llamar por teléfono a sus parientes, pero siempre y cuando lo hicieran con el altavoz conectado y sin dar detalles de lo que estaba sucediendo.

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