Sueños de justicia y libertad desde Bilbao

Tres árabes de Euskadi comparten sus sentimientos sobre las revueltas

Deia, Marta Martínez, 06-02-2011

Bilbao

LOS ciudadanos árabes residentes en Euskadi viven estos días pegados a la televisión, la radio e internet. Las revueltas que sacuden sus países provoca en ellos sentimientos de ilusión, esperanza y emoción. Reconocen la necesidad de cambios después de décadas de regímenes autoritarios y aplauden el movimiento espontáneo y juvenil que inició esta ola de protestas. Coinciden en que el autoritarismo, la corrupción y un endurecimiento de las condiciones de vida encendió la mecha en Túnez y provocó un efecto dominó en otros países árabes debido a la similitud de sus realidades, aunque invitan a no ver a la región como un mundo homogéneo. Tres ciudadanos árabes – Ahmed, de Egipto; Moulay, de Marruecos, e Idris, de Libia – analizan la situación que vive estos días Egipto, pero también la realidad de sus propios países, y comparten sus sentimientos sobre las revueltas que tienen en vilo al mundo.

Egipto > Ahmed

“Mi sueño es una democracia con elecciones libres y limpias”

Ahmed llegó a Bilbao hace casi treinta años, pero estos días tiene más presente que nunca El Cairo, su ciudad natal. Le preocupa la revuelta que sacude estos días su país, especialmente los enfrentamientos de esta semana entre partidarios y detractores del presidente Hosni Mubarak, pero se muestra entusiasmado con este proceso revolucionario. “Hace dos años fui con mi familia a Egipto y nada hacía pensar que podría ocurrir esto”, señala. Ahmed reconoce que el éxito de la revuelta de Túnez ha animado a los egipcios a levantarse por fin contra Mubarak. “Me hace gracia que haya sido Túnez, un país tan pequeño, el que haya encendido la mecha. Egipto siempre ha sido el primero de la región en todo, se le ha tomado siempre como un ejemplo, y ahora ha sido Egipto el que ha tomado el ejemplo de Túnez”, explica entre risas. Su sueño es que este proceso derive en elecciones “limpias”.

“Lo que me gustaría para Egipto es una democracia en el sentido de que haya elecciones libres, con diferentes partidos, y que sean limpias. Y creo que para eso es muy importante limitar el número de mandatos del presidente”, manifiesta. Ahmed es un hombre de mundo, antes de instalarse en Bilbao, estuvo viviendo en Londres y Bagdad, y ha visitado diferentes países europeos y árabes. Su experiencia le ha demostrado que cuando un líder se perpetúa en el poder, la corrupción extiende sus tentáculos. Y, poco a poco, una élite, en la que generalmente está incluida su familia, domina la economía del país, dejando al margen al resto de la sociedad. Además, según Ahmed, deja de interesarle el desarrollo del país. “Puedes ir a Egipto y te encontrarás barrios o pueblos que están igual de poco desarrollados que hace treinta años, cuando yo era joven. No ha habido ningún tipo de inversión. Cuando yo llegué a Bilbao, era una ciudad gris, y ahora fíjate lo que ha cambiado. Eso no ocurre en Egipto”, explica.

“El problema de los países árabes es que la gente se había acomodado. Decían “mejor lo malo conocido, que lo bueno por conocer”. Con Mubarak pasaba y todavía pasa lo mismo, muchos temen a lo desconocido y piensan que igual el que venga va a ser peor". Pero Ahmed tiene una respuesta para los indecisos y temerosos: “Si hay democracia, si no te gusta cómo gobierna el partido de turno, la próxima vez puedes elegir a otro”.

Aunque reconoce que, actualmente, la oposición, salvo los Hermanos Musulmanes, está débil. “En Egipto hay que hacer una transición gradual, porque la oposición está débil, no la han dejado tener fuerza para gobernar”. Este egipcio mantiene estos días un contacto frenético con sus familiares en El Cairo y Alejandría. Asegura que ninguno de ellos está participando en las manifestaciones, aunque sus opiniones son variadas. Unos apoyan las protestas porque “están cansados de que siempre esté gobernando el mismo” y otros apoyan la gestión de Mubarak. “Muchos dicen que no hay otra persona capaz de manejar un país como Egipto, tan grande, el país árabe más poblado y de tanta importancia en la región”. También hay miedo a que los Hermanos Musulmanes lleguen al poder y se instaure un régimen como el de Irán, asegura. “Israel tiene miedo de lo que pueda pasar y Estados Unidos no quiere meter la pata como lo hizo con Irán, que, por apoyar al sha, perdió un aliado”, opina. Él no tiene ese miedo. “Si los islamistas llegan al poder, bien, que estén el tiempo que les toque, y si no nos gustan, pues elegimos a otros”. Lo que Ahmed teme es el vacío de poder. Sobre la renuncia o no del presidente, este egipcio tiene algo claro: “Si Mubarak dimite, no se va a ir del país (como hizo Ben Ali). Tiene mentalidad de militar, no va a huir. Afrontará en Egipto lo que tenga que afrontar”. Como el mismo Mubarak dijo el pasado martes: “Moriré en Egipto”.

Libia > Idris

“Los pueblos árabes han derribado los muros del miedo”

“Es muy difícil para nosotros estos días alejarnos de la radio, de la televisión, de internet. La red vibra y los pueblos están vislumbrando esperanza, nunca hubo tanto entusiasmo y euforia colectiva”, asegura Idris, de nacionalidad libia, que llegó hace años a Euskadi para estudiar. Su país vivió alguna protesta a inicios de este año, cuando la revuelta en Túnez vivía sus momentos más difíciles. El presidente Muamar Gaddafi cortó el acceso a algunos portales de internet, consciente de que la red había influido a la expansión de las manifestaciones en el entonces país de Ben Ali. Desde ese momento, no se han vuelto a tener noticias de Libia. Idris prefiere no centrarse en su país, está emocionado con este movimiento que traspasa fronteras. “Lo que está claro es que los pueblos árabes han derribado los muros del miedo erigidos por la represión, se ha recuperado la fe para exigir justicia social y el fin de la tiranía”, explica.

Además, según Idris, este proceso “lleva gestándose desde hace tiempo, diría que desde la guerra de Irak, que hubo protestas, pero no cuajaron. Sin ir más lejos, la revuelta de Túnez llevaba un mes, pero en Europa se empezó a conocer dos días antes de la salida de Ben Ali”. Las razones: el autoritarismo, la corrupción de los regímenes y sus familias y la falta de oportunidades.

Idris se siente impresionado por las formas que han adquirido algunas manifestaciones de protestas, como los casos de ciudadanos que se han quemado a lo bonzo en diferentes países como Túnez, Argelia, Marruecos, Mauritania, Yemen, Arabia Saudí, Sudán o Egipto. “Hay que destacar que hay ciudadanos árabes formados que se queman a lo bonzo como forma de lanzar un comunicado”. Además, Idris pide romper con los estereotipos: “Ser musulmán es compatible con la democracia. Los gobiernos de Europa deberían cambiar su relación con los tiranos, para tener credibilidad en las sociedades árabes”. Este ciudadano libio, al igual que otros muchos del centro cultural Vasco – Libio de Bilbao (www.vascoarabe.org) continuará siguiendo de cerca los acontecimientos en los países árabes y soñando con sociedades más justas y libres.

Marruecos > MOulay

“El mundo árabe no es homogéneo”

Moulay sigue los hechos de Egipto a través de la página web de Al Jazeera. “Es impresionante, está todo el pueblo en la calle”, exclama, pero a continuación advierte de que “el mundo árabe no es homogéneo”. Moulay duda de que la ola de protestas alcance Marruecos, porque “allí no se cuestiona el sistema, no se cuestiona al rey, en Marruecos hay elecciones en las que participan diferentes partidos, más de veinte”. Cree que pueden darse manifestaciones de descontento por las condiciones de vida, pero, sobre todo, por la corrupción al interior de las formaciones políticas.

Para Moulay, lo que Marruecos necesita es urgentemente una reforma del sistema judicial. “No puede ser que se pueda pagar a un juez para que te dé la razón. La corrupción en Marruecos es enorme y a todos los niveles del país, es el principal problema”. Sin embargo, reconoce que el reino alauí sufre problemas sociales parecidos a sus vecinos. “Hay una cúpula que se ha enriquecido a costa de la corrupción, que con su dinero hace lo que quiere, incluso compra jueces”, mientras que el resto del país sufre por la falta de oportunidades, la subida de los precios o deficiencias en el sistema educativo.

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