Un ‘thriller’ con dos Óscar

Interior rectifica y saca del CIE a un churrero boliviano, solicitante de arraigo, con hijo español y sin antecedentes, tras encerrarlo 38 días y tratar de repatriarlo dos veces

El Mundo, , 01-02-2011

PEDRO SIMÓN /Madrid
El hombre no debería haber estado
allí. Pero ha estado. Treinta y
ocho días ha estado.
Lo detuvieron en el portal de casa
cuando regresaba de trabajar, armado
con dos cartones de leche para el
niño y masticando su polvorón de
pobre: a ver qué le regalaba al crío
para Reyes, si el dinero no alcanza.
No le libró ni llevar el pasaporte
encima; ni carecer de antecedentes
penales; ni tener un hijo español; ni
ser solicitante de arraigo. Saltaba a
la vista que era sudamericano. Tenía
pendiente una vieja orden de expulsión.
Metieron en harina al churrero.
El hombre no debería haber estado
allí. Así que los 38 días que se ha
tirado en las tripas del Centro de Internamiento
de Extranjeros (CIE) se
los ha pasado diciendo que aquello
tenía que ser un error. Envuelto en
una pesadilla de sudores fríos. Como
cuando te confunden con otro.
«Mi hijo, Óscar, ymi mujer dependen
demí y demi trabajo para subsistir
», nos relataba de puño y letra.
«Yo, que pensé que había pasado
por todo en la vida, no me imaginaba
lo que seme venía encima».
Se llama Óscar Salazar, es boliviano,
solicitante de permiso de trabajo
y residencia, tiene la orden de expulsión
recurrida y es la prueba de que
todo vale en las oscuras calderas de
los CIE. Ésta es la historia del interno
3553 y su suerte de capicúa.
La Delegación del Gobierno en
Madrid decidió ayer soltar al reo y
permutar la repatriación del inmigrante
por una multa administrativa,
toda vez que tiró de carpeta, miró
el expediente y comprobó que
Óscar, como decíamos –como decía
él–, no debería haber estado allí.
De haber conseguido doblegarle
este sábado –cuando incluso la Policía
llegó a subirle amarrado al avión
de retorno, donde forcejeó durante
más de una hora y pedía por favor
que no lo devolvieran–, ahora sería
un rastro a seguir, un número más
en la lista de repatriados de Interior,
humo clandestino.
«En el CIE hay personas con familia,
hijos, embarazadas a las que se
llevan sin contemplación. Si se resisten,
los golpean tanto que se plantean
si vale la pena. Los que aquí tienen
hijos no dudan en resistirse, y
entonces la respuesta es cada vez
más dura. Es tanta la impotencia que
hay gente que decide intoxicarse y
toma champú o traga pilas, para perder
el vuelo y terminar en el hospital
un par de días. Hasta que intentan
echarlos otra vez. Nos embalan como
a equipajes para que no puedas
movilizarte y resistirte en el avión.
Muchos optan por hacerse sus necesidades
encima. Para que no puedan
subirlos… Todo vale para no abandonar
a tu mujer y a tu familia».
Lo cuenta el churrero Óscar,
quien desde que llegó a España hace
cinco años sólo sabe de aceites y
harina, levadura y domingos por la
mañana amasando futuro. Con las
porras se topó en la víspera de Nochebuena.
Volvía de trabajar. Ni siquiera
le dejaron subirle los cartones
de leche al niño.
Les enseñó su pasaporte de Bolivia.
Contaba con su informe de inserción
social del Ayuntamiento, con
su oferta de trabajo, con el DNI del
hijo español y con una hoja penal
limpia como mañana de pueblo. Fue
en vano.
Cuando fue llevado ante el juez el
día de Navidad y éste le preguntó al
abogado de oficio que si podía acreditar
la nacionalidad del hijo de su
cliente, el letrado dijo que no. Porque
ni siquiera se la pidió. Luego fue
a comerse el pavo. Así que el crío
cumplió sus dos años con el padre
encerrado en el CIE deMadrid.
«Este sábado intentaron deportarle
por segunda vez», nos explica
Edelaine, mujer brasileña de Óscar,
que huele a lejía porque con la vida
no le llega para Chanel. «Me ha contado
que lo ataron de pies y manos
con el avión en la pista y empezó a
llorar. Les decía que tenía un niño.
Se lo decía al comandante y éste le
decía que él sólo hacía su trabajo. Intentaron
sentarle en la silla y ponerle
el cinturón. Se le pusieron dos encima
para sentarlo. Él seguía gritando
y pidiendo por favor. Estuvo una
hora y 20minutos así. Si le hubieran
deportado,me habría quedado con
mi hijo y 450 euros almes, lo que saco
limpiando… Al final el comandante
dijo que lo bajaran del avión, que
con un hombre así no podía volar».
Treinta y ocho días encerrado.
Ahora Interior rectifica. Hoy toca ir
a la churrería

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