marítima

Marruecos destruye todas sus «cortinas de la muerte»

La Voz de Galicia, espe abuín, 31-01-2011

Financia con 18,5 millones de euros el final de las redes de enmalle

Financia con 18,5 millones de euros el final de las redes de enmalle

H. no supera por mucho los 20 años. Es uno de los jóvenes que deambulan en parejas o en grupos a última hora de la tarde por el puerto de Tánger. Se cuentan por decenas. Y casi todos frisan la barrera de la veintena. H. tiene documento de identidad marroquí, pero la dirección que en él figura está al otro lado del Estrecho, mucho más al nordeste de lo que podría pensarse. «Mis padres, mis hermanos, mis primos… toda mi familia está allí». Él ha vuelto a Marruecos porque no tiene papeles. Mientras intenta regresar a este lado de la franja – «el otro día llegué a España en los bajos de un camión, pero me cogieron en Algeciras» – , se gana unos duros en el puerto pesquero, donde el sábado por la tarde, después del festivo musulmán, los pescadores exponen su mercancía.

Pero son muchos los que dudan de que la dársena pueda seguir manteniendo a la población del que es el segundo centro industrial de Marruecos después de Casablanca. Así lo certifica un marinero que, tomando a H. por intérprete y su experiencia en España, interpela a los periodistas sobre las ayudas que recibirán los marineros tras la reconversión que se está fraguando en el puerto de Tánger. Pero él mismo contesta: «Ninguna». No es el único que opina que su futuro se ha torcido y que el sector pesquero de Tánger está condenado a muerte.

Una de esas ejecuciones se había presenciado un día antes, el viernes pasado, en el puerto. Fue el último día del Gaillan 3. Sus marineros destruyeron los aparejos que durante años emplearon para capturar pez espada y túnidos. Son redes de enmalle a la deriva, una modalidad de pesca prohibida para los españoles en los años noventa – en Galicia aún se recuerda la guerra del bonito que estalló en Burela cuando su flota apresó al volantero galo La Gabrielle – y un decenio más tarde para el resto de los socios comunitarios. La pequeña embarcación, de madera, tras deshacerse ante testigos de la Administración de los aparejos, irá al desguace, una salida por la que recibirá subvención del Gobierno. Es el camino que seguirán la mayoría de los 260 barcos marroquíes que, para cumplir los mandatos de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), dejarán de utilizar redes de enmalle a la deriva antes del 1 de enero del 2011.

Ese es el plazo impuesto por la organización regional de pesca a Rabat para que abandone un arte de pesca muy poco selectivo que ya han descartado otras flotas. Pero el Gobierno marroquí pretende dar muestras de un mayor compromiso con la pesca sostenible y ha decidido acelerar los pasos de forma que el 1 de junio del 2011 nadie emplee estos aparejos.

Ayudas

El aliciente es importante: Marruecos concede por primera vez subvenciones. En total, 13,5 millones de euros, que 5 llegan de las arcas comunitarias y el resto lo aporta el Gobierno marroquí. Los barcos tienen tres opciones: el desguace, la sustitución de la red de enmalle a la deriva por el sistema americano (palangre de superficie) o convertirse en palangreros de fondo. La primera es la más atractiva para unos armadores que ven prácticamente imposible rentabilizar la pesca sin redes a la deriva.

Pedro Maza, presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras, comparte el pesimismo de los marineros de Tánger, donde tienen su base más de 150 barcos que emplean esas redes. El también vicepresidente de Cepesca, la principal patronal española, aún tiene presente en el recuerdo el efecto que tuvo la prohibición de esas redes en puertos como Algeciras o Tarifa. «Viendo esto [los marineros destruyendo redes] se adivina la ruina que se avecina, como ya ocurrió en los puertos andaluces», señaló Maza. Y lo peor es que, camufladas con otro nombre, esas redes, las cortinas de la muerte, siguen presentes en el Mediterráneo, como thonailles, en barcos franceses, o ferrataras, en los italianos y con otro nombre en los griegos.

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