Por un día los ciudadanos de Salt aparcaron sus diferencias de origen y todos a una juntaron sus voces a favor de una convivencia cívica. Unas 3.000 personas y más de 200 asociaciones, tanto locales como inmigrantes, se manifestaron ayer bajo el lema Queremos vivir en Salt, en paz y bien, en la mayor protesta jamás vivida en la localidad gerundense de 28.000 habitantes.
La ciudadanía dijo basta a los disturbios que desde hace meses se registran en una localidad, que cuenta con uno de los índices de población extranjera más altos de España, en torno al 40%.

La tensión social estalló hace una semana cuando unos 500 jóvenes inmigrantes tomaron la calle para protestar por la accidentada detención de un menor, que cuando trataba de escapar de la policía cayó desde un quinto piso y se fracturó el cráneo. El joven, que presuntamente había robado una moto, ingresó en la UCI y murió el jueves pasado. La airada protesta de los jóvenes inmigrantes derivó en actos de vandalismo con coches y contenedores quemados.

La marcha de ayer contó con el apoyo, entre otros, de los cuatro imanes que hay en el pueblo. Transcurrió más o menos de forma cívica, lo que llevó a los organizadores a calificar de éxito la convocatoria. Aunque existía la amenaza de que grupos de extrema derecha pudieran reventar la marcha, no hubo que lamentar incidentes. La alcaldesa Iolanda Pineda se mostró esperanzada: “La manifestación ha demostrado que Salt quiere vivir y convivir”.