Guía para convivir en Bilbao La Vieja

El Correo, TERESA ABAJO, 23-01-2011

¿Cómo se recompone la convivencia en un barrio? En Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala ya se ha agotado el ciclo del plan de rehabilitación. Harán falta más obras como en cualquier rincón de la ciudad, pero después de doce años todos coinciden en que hay que dar un «giro social» a los esfuerzos por transformar la zona. Les preocupa la seguridad ciudadana, el civismo, la atención a las personas mayores y la actividad de los comercios que se resisten a bajar la persiana. De todo eso han hablado durante dos meses 307 personas, entre vecinos, asociaciones y técnicos del Ayuntamiento y el Gobierno vasco.

El ambiente de los talleres ciudadanos, dentro del proyecto ‘Imagina tu barrio’ que se puso en marcha con un millar de encuestas, empezó frío. «La primera semana vinieron 80 personas, pero luego ha ido a más y la gente se ha mojado», afirma Yolanda Muñoz, de la fundación Gizagune. Al final ha habido más participación que en Otxarkoaga, que abrió camino con un programa similar. En cada grupo de trabajo, separados por barrios y áreas temáticas, se han celebrado cuatro sesiones de tres horas de duración. El resultado es una serie de propuestas que se pondrán sobre la mesa de las instituciones, más allá del ámbito municipal. Cuatro vecinas que se han implicado en este proceso hablan del día a día a pie de calle y de su decálogo para vivir mejor.

Diana San Francisco

«Las ayudas provocan un efecto llamada»

Llamémosla Diana. Es venezolana, pero lleva 16 años en Bilbao, y se dedica a la prostitución. «Ya que no tengo garantía ninguna, prefiero trabajar para mí que para un chulo», dice. Con sus ahorros y un crédito se ha comprado un piso del que se siente orgullosa. Le gusta vivir aquí porque es un barrio «céntrico y bastante tolerante», pero no se le escapan sus defectos. Por eso ha ido «a todas las reuniones. No para defender lo que yo hago, sino para hablar del barrio. No esperaban que yo participara y al principio se cohibieron, pero nos entendimos entre todos», relata. «Gente del Gobierno vasco, el Ayuntamiento, Médicos del Mundo, sociólogos, vecinos… una buena ensalada».

En las reuniones «no sonaban los móviles, y el tiempo pasaba sin darnos cuenta». Quizá porque les preocupa ver que a pesar de todo en San Francisco «hay peor ambiente. De nada sirve que renueves tu casa si metes gente que no vale», apunta. En su opinión, «el País Vasco tiene un problema con las ayudas sociales, porque provocan un efecto llamada. Estamos dando un dinero, pero ¿a cambio de qué? Algunos no lo emplean para nada bueno».

La seguridad era el tema estrella de los talleres ciudadanos. «La calle Cortes está más tranquila, pero en San Francisco se ve mucho trapicheo. Y hay Policía, pero si no les agarran con las manos en la masa… si no cambian las leyes, ni siquiera los jueces pueden hacer nada», reflexiona. La otra gran demanda es un aparcamiento, tras el fallido proyecto de Corazón de María. La rehabilitación de la plaza, ahora en obras, «va a ayudar, pero sólo si respetamos y cuidamos lo que tenemos. Hemos perdido valores». En su país, ella ha vivido una delincuencia «terrible» y también los efectos de la inmigración. «Hay muchos extranjeros, pero yo no sentía que la gente que llegaba me iba a quitar nada. Eso sí; si vienes, tienes que integrarte y convivir. Yo me llevo bien con la gente, aunque he tenido que torear mucho la intolerancia».

Florentina Sánchez Zabala

«Hay mucha gente mayor que no sale de casa»

Florentina Sánchez cree que a los barrios, como a las personas, «les hace falta moverse». A sus 75 años, tiene cinco hijos y cinco nietos. Le gusta ir al monte, a manualidades, a gimnasia, a tai chi «y a un grupo de lectoescritura donde ahora estamos con ‘El Principito’. A los nueve años ya trabajaba cuidando niños», cuenta. «En mi pueblo dicen ¿quién te enseñó a coser? La necesidad y el poco tener».

En Zabala, sin embargo, «hay muchas personas mayores que no salen de casa, o salen con muchísimo esfuerzo. Tienen verdaderos problemas y les hace falta salir, pero se recluyen». Aunque «van poniendo ascensores», las casas por donde asoma la ropa tendida son antiguas. El suyo es un barrio con solera, «pequeño y familiar» que tiene un problema de «dejadez. Hay suciedad y no por los barrenderos, sino por la gente cochina», comenta al pasar junto a la residencia de Conde Aresti. «En esa plaza, que hoy está muy limpia, te encuentras dodotis, bolsas de gusanitos, latas de Coca – Cola…» Ella se queja de los vecinos «que no se adaptan a nuestras costumbres. No es que se metan con la gente, pero parece que este no es su barrio, no lo cuidan». Le preocupa «la falta de civismo. Hay gente que tira un bote al suelo al lado de una papelera. Dicen ‘para eso están los barrenderos’».

A la entrada de las duchas públicas hay cola. «A veces se pelean entre ellos, se meten en el portal», comenta. También por la noche, a las puertas del comedor social, «se concentran los chavales, y no sabes por dónde pasar». Florentina dice que hace falta «que la gente se mueva» y salga más a la calle para mejorar la convivencia. Se está formando una asociación de vecinos «y también necesitamos un sitio para que las personas mayores pasen la tarde, que se animen a salir». Ahora usan por horas una sala del centro cívico, antigua escuela de ferroviarios.

Susana Fidalgo y María Ángeles Benito Bilbao La Vieja

«Esta zona está saturada de ONGs»

Las calles de Bilbao La Vieja, al igual que Zabala, lucen nuevas farolas, a menor altura para dar más claridad. Es una de las últimas mejoras después de dos fases del plan de rehabilitación, que se puso en marcha en 1999. Los grupos de debate han reconocido la labor de la oficina del plan y de Surbisa, sin olvidar las carencias. «El barrio ha mejorado urbanísticamente, pero la parte social es más difícil cumplirla», resumen Susana Fidalgo y María Ángeles Benito, de la asociación de vecinos de Urazurrutia, Zamacola e Ibaizabal. «Aquí llegan los coletazos de lo que pasa en San Francisco».

La agrupación se constituyó a raíz de la polémica de Hontza, el centro de atención a toxicómanos que provocó una dura contestación vecinal. Casi diez años después, a Susana y María Ángeles les queda un regusto amargo «por las injusticias que se dijeron entonces», aunque creen que el tiempo ha demostrado «que somos gente normal que participa en su barrio. Hontza ya no es el problema, pero surgen nuevas necesidades». Una de las conclusiones de los talleres ciudadanos es que Bilbao La Vieja es una zona «saturada de ONGs. Algunas se superponen y generan un efecto llamada, cuando deberían repartirse por todo Bilbao».

Dicen que a veces hay «overbooking en las escaleras de la ría. He visto a once personas pinchándose», cuenta María Ángeles. Los vecinos están «vigilantes» y en Seguridad Ciudadana «nos hacen caso cuando llamamos». En julio empapelaron los portales con avisos «ante una oleada de tirones de cadena a personas mayores», un colectivo al que creen que hay prestar más atención. «Se dan ayudas que no tienen justificación y hay gente mayor que realmente lo necesita y se calla». El centro BilbaoArte es un motivo de orgullo para ellos – «es muy bueno para la ciudad y para el barrio» – y ahora esperan conseguir algo más: que se cumpla el plan de actuación en el que tanta gente se ha implicado. «Las conclusiones están muy bien, pero hace falta firmeza».

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