Los inmigrantes reivindican su capacidad de integración

22 testimonios relatan en un libro su adaptación a Cataluña

El Mundo, CRISTINA RUBIO / Barcelona , 20-01-2011

Aunque siempre se hable de ellos como los nuevos catalanes, muchas veces son los grandes desconocidos. A los inmigrantes les rodea una nube de tópicos muy difícil de disipar, aunque iniciativas como el libro de Pep Subirós donde 22 personas cuentan las peripecias que tuvieron que pasar para llegar a Cataluña ayudan a derribar estos mitos engañosos.

Ser immigrant a Catalunya (Edicions 62) da voz un colectivo cada vez más numeroso, que necesita explicar su historia para lograr un reconocimiento social lejos de los prejuicios existentes. Uno de los puntos más conflictivos es el uso de la lengua y la obligación de aprender el catalán para integrarse. «No es una imposición, es un necesidad para homologar el título y conseguir una buena posición. Si tú hablas catalán, tú puedes pelear profesionalmente», asegura Carmen Bermúdez, una empresaria colombiana que llegó a Barcelona hace más de diez años.

De hecho, Eunice Romero es una gran experta sobre el tema identitario. Vino a Barcelona procedente de México para participar en un proyecto universitario de la UAB y se acabó convirtiendo en la asesora de inmigración del antiguo tripartito. «La independencia funciona como un dispositivo simbólico. Después, cuando tengamos un Estado propio no sé si me hará tanta gracia la cuestión nacional catalana», afirma Romero. Ella misma explica que un día, cuando trabajaba en Òmnium Cultural, tuvo problemas con un grupo por una actividad sobre el flamenco que organizó en Ciutat Vella.

El libro también recoge a otros dos militantes de distintos partidos. Uno es Ernesto Carrión, un peruano afiliado a Iniciativa que rechaza la representación parlamentaria de los inmigrantes por imposición. «No estoy a favor de las cuotas porque tampoco estoy de acuerdo con inventarnos candidatos», explica.

Por su parte, Brahim Yaabed, un musulmán originario de Dakar, defiende los intereses de CDC aunque reconoce la necesidad de abrir el debate religioso para fomentar la integración. De hecho, este es otro de los puntos conflictivos que rodean a los inmigrantes, con el yihab como elemento más controvertido. «Se relaciona el pañuelo con el ala más integrista del islam, pero no tiene ningún fundamento», asegura Assane Mane, un senegalés que vive en Salt.

Tal como explican varios de los testimonios, a los inmigrantes también se les asocia con una oleada de violencia muchas veces injusta. Por ejemplo, el marroquí Taoufik Cheddadi El Harrak reconoce que los atentados del 11-S y del 11-M juegan un papel terrible «porque fomenta el odio, fomenta el pensar que somos enemigos».

O Mostafà S’haimi reconoce que, cuando pasea por la calle, las mujeres le miran fijamente y agarran fuerte su bolso. Por si fuera poco, el mismo Taoufik asegura que les cuesta Dios y ayuda que alguien les alquile un piso o les dé trabajo sólo por el hecho de la raza, un problema que se acentúa aún más cuando se trata de marroquíes.

Por ello, todos los testimonios coinciden en reclamar más ayudas a la Administración pública para fomentar la integración de un colectivo cada vez más numeroso en Cataluña. Como asegura Zhang Jiang Ye: «Todos somos emigrantes, lo que pasa es que tú has llegado antes y yo he llegado después».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)