El ataque contra la congresista demócrata Gabrielle Giffords no sorprendió a muchos en Arizona, estado convertido en la más ardiente caldera de las divisiones políticas en EE.UU.

Para algunos residentes, la violencia es un signo de la creciente virulencia política en Arizona, que acaparó la atención nacional e internacional el año pasado después de que aprobó leyes draconianas contra la inmigración ilegal.

La gobernadora de Arizona, Jan Brewer, republicana repudiada por sus adversarios políticos por impulsar la controversial ley antiinmigrante, reconoció que el tiroteo va a dar una nueva mala imagen al estado. “Ciertamente no hace ningún favor al estado de Arizona", dijo Brewer a reporteros.

“Es difícil no sentir que el tono despectivo de la política en Arizona desempeñó un papel para que algo así sucediera”, dijo Kate Donovan, quien junto a cientos de residentes de Tucson, permanecían en vigilia fuera del hospital donde estaban Giffords y otras víctimas.

“El enojo, el odio, la intolerancia que se manifiestan en este país se han vuelto indignantes. Creo que Arizona se ha vuelto la capital de todo esto. Nos hemos convertido en La Meca del prejuicio y la intolerancia, afirmó Clarence Dupnik, comisario del condado de Pima, Tucson.