La oleada de robos en tragaperras sigue con otro asalto en Valencia

Las Provincias, J. A. MARRAHÍ/T. BLASCO | VALENCIA., 03-01-2011

De entre todos los sistemas que los delincuentes manejan para conseguir dinero hay uno que cobró fuerza en 2010: el robo de la recaudación de las máquinas tragaperras y de tabaco. Así lo constatan los principales distribuidores de estos aparatos en la Comunitat Valenciana. En cifras aproximadas, calculan que 3.000 de ellos han sido forzados o sustraídos íntegramente, una de las nuevas tendencias en este tipo de delincuencia.

El último robo tuvo lugar en la noche del sábado en un salón de máquinas recreativas en el número 27 de la calle de la Reina en Valencia. Los ladrones ataron y amordazaron a una empleada del establecimiento, una mujer ecuatoriana de 35 años, para luego forzar y desvalijar las máquinas.

Sobre las once y media de la noche, el marido de la víctima acudió al retén de la Policía Local del Maritimo y mostró a los agentes su preocupación.

El hombre explicó a los policías que su mujer terminaba de trabajar a las diez de la noche y que tenía por costumbre ir a casa, pero aquella noche no había llegado.

Antes de acudir al retén policial, el ciudadano ecuatoriano llamó a dos familiares para ver si alguien sabía algo de su mujer, pero nadie la había visto.

Un coche patrulla acompañó al hombre al lugar de trabajo de la mujer, el salón de máquinas recreativas de la calle de la Reina, y al llegar vieron la persiana del establecimiento bajada, pero se veía luz en el interior .

Al levantar la persiana, los policías econtraron todo revuelto y los cajetines de las monedas reventados. Los agentes comenzaron a buscar a la víctima tras escuchar unos quejidos que procedían del cuarto de baño.

Al abrir la puerta del aseo, los agentes localizaron a la víctima en el suelo con la ropa desgarrada y maniatada con un precinto. La misma cinta adhesiva tapaba su boca a modo de mordaza, lo que le impedía pedir auxilio. La mujer sufrió una fuerte crisis nerviosa, por lo que la policía avisó al SAMU.

Inicialmente, los agentes creían que había sido violada por el aspecto de sus ropas, pero cuando la víctima se tranquilizó aclaró que los desgarros se produjeron durante el forcejeo que mantuvo con los atracadores: dos hombres con acento de Europa del Este. Uno de ellos era alto, corpulento y vestía un pantalón de camuflaje militar y un suéter con letras amarillas en la espalda. El segundo individuo era de menor estatura. Ambos iban armados con sendos cuchillos y llevaban sus rostros cubiertos con medias de mujer para desfigurar sus caras.

Durante toda la tarde, los individuos estuvieron merodeando por la zona y fueron vistos en bares de las proximidades. Los policías se desplazaron a estos establecimientos y se llevaron botellas y vasos de sus consumiciones para tratar de identificarlos mediante sus huellas.

Robos en bares

Los bares han estado siempre en el punto de mira de los ladrones. La razón es sencilla: hay muchos, las medidas de seguridad que los rodean no son excesivas y les permiten un botín que va desde el dinero en metálico a bebidas alcohólicas que revender. Sin embargo, uno de los objetivos de las bandas organizadas son las tragaperras y las máquinas de tabaco.

El incremento de sustracciones ha sido especialmente significativo en el caso de las máquinas tragaperras. Así lo destaca Francisco Pallás, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Máquinas Recreativas (Andemar). «En la Comunitat Valenciana se producen aproximadamente 2.000 robos al año en máquinas, tanto en bares como en salones de juego».

Según sus cálculos, los robos han incrementado un 10% respecto al año anterior y se mantiene una línea ascendente que va de la mano de la crisis económica. «Otro problema que sufre el sector es el de los atracos a recaudadores, pero son mucho menos comunes que los robos con fuerza en máquinas». Según Pallás, estos trabajadores «han aumentado mucho las medidas de seguridad que toman para evitar asaltos y se busca siempre un traslado de los fondos al banco lo más rápido posible». Los botines que logran los ladrones puede alcanzar hasta 500 euros. «A eso hay que sumar reparaciones de los aparatos destrozados o sustituciones, lo que supone un gasto de hasta 1.000 euros más», detalla el representante de los empresarios recreativos.

Pallás constata la nueva tendencia a llevarse máquinas enteras en vez de destrozarlas en los locales: «Las suelen cargar rápidamente en furgones, se las llevan y extraen la recaudación en otro lugar». Este sistema es más propio de bandas organizadas. Huyen con las tragaperras en vez de romperlas en los bares y exponerse a ser sorprendidos por la policía en ese tiempo.

Lo mismo ocurre con las máquinas de tabaco. En este caso, los distribuidores estiman que son forzadas cerca de un millar cada año. «Primero se llevaban el dinero de la recaudación, luego marcas caras como Winston y ahora sustraen la máquina entera», lamenta el empleado de una distribuidora.

Botines de 3.000 euros

Según representantes de este sector, en estos aparatos expendedores el botín que pueden llegar a lograr los delincuentes ronda los 3.000 euros, bien en metálico o en cajetillas que luego revenden en el mercado negro. A ello hay que añadir los 3.000 euros que cuesta reponer una máquina rota.

Los bares y restaurantes más azotados por este tipo de ladrones son los ubicados en polígonos industriales de la Comunitat. «Son zonas más desiertas. Hay menos testigos que en locales situados en bares de ciudad, habitualmente rodeados de fincas o vehículos en tránsito», explicaron fuentes policiales.

En el polígono Juan Carlos I de Almussafes se produjo otro de los últimos robos. Ocurrió el 11 de noviembre, en la cafetería El Minat, azotada por cinco visitas de ladrones en una década. Unos delincuentes forzaron la entrada y se apoderaron de la máquina de tabaco.

«Ya no sabemos qué hacer. Hubo una época en que mi padre se quedaba a dormir en el local para vigilar y un día llegó a sorprender a un ladrón», lamentó un responsable del establecimiento.

Los hosteleros tienen difícil solución a la lacra de los robos. «No se puede recoger a diario todo el dinero que se recauda en las máquinas», explican desde Andemar. Además, «las ganancias de un bar no son tan elevadas como para blindarlo con medidas de seguridad», resalta un afectado.

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