«Alerté sobre un fraude social y ahora el denunciado sabe que he sido yo»

El Correo, MARÍA REGO, 03-01-2011

«Casi todos conocemos a alguien en estas circunstancias pero, si pasa esto, ¿quién va a denunciar?». Esto es lo que se pregunta un vecino del Casco Viejo vitoriano desde hace unos días cuando una llamada le puso en alerta sobre «el supuesto anonimato» del teléfono municipal contra el fraude social (945 161 626). En octubre marcó este número para advertir sobre una persona que podría estar realizando un mal uso de alguna subvención y «después me recibió una asistenta para que le contara el caso». «Ahora, me llama el abogado del denunciado y me dice que esa trabajadora les dijo que había sido yo. Esto no es ético», se queja.

Los problemas con el supuesto infractor, sin embargo, empezaron varios meses atrás cuando descubrió que esta persona residía en una vivienda que tenía arrendada. «En realidad, yo se la había alquilado a otro hombre pero no vivía ahí sino que parece que aprovechó el contrato del piso para traer al país a su mujer y, de paso, realquilársela a otro inmigrante», comenta este vitoriano. La situación empeoró con el paso del tiempo al comprobar que el inquilino, además de haber entrado sin su permiso, «me había destrozado todo y no me pagaba la renta». «Entonces pensé si no estaría cobrando alguna ayuda para la casa y se estaría quedando el dinero». La incertidumbre y el enfado acumulado le empujó a levantar el teléfono para denunciar «por prevención» un posible fraude social y acudir después a una entrevista personal con una asistenta en el centro cívico de El Campillo, donde volvió a narrar los hechos con la seguridad de que esa conversación no llegaría jamás a oídos del acusado. «Me dijo que no contaría nada», recalca.

«Bajo ningún concepto»

De hecho, fuentes municipales aseguran que esos datos «bajo ningún concepto» pueden trasladarse al sospechoso. El denunciante no se creía, por ello, que su ex inquilino se encontrara al tanto de su llamada. «Y no es que piense que tal vez he sido yo. Su abogado me ha entrado con total seguridad diciéndome que le habían dado mi nombre», argumenta.

Estas posibles filtraciones, avisa este hombre, pueden hacer que «la gente se eche para atrás» a la hora de comunicar estos casos a las instituciones. «Está muy bien que persigan el fraude de cualquier tipo, pero que cuiden lo que hacen después con la información», zanja.

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