También hay días perfectos, como los que canta Lou Reed. Días en los que los bebés inmigrantes no se ahogan en el mar. De patera, desesperación por pisar una tierra mejor, a pa®tera en alta mar, la felicidad de dar a luz un bebe en una zódiac. Felicidad, Happiness , fue lo que sintió la madre Judith, nigeriana de 28 años, que tenía a su primera hija y así la quiso llamar. Las dos descansan en el hospital de Motril, tras el final feliz. Feliz de momento. Un experto en extranjería dice que prevalece el derecho de sangre y que el bebé, si es reconocido por el consulado nigeriano, será nigeriana y podría ser repatriada. Si no sucede así, Happiness podría conseguir la nacionalidad española y venir con un pasaporte debajo del brazo, en vez del clásico pan. El tiempo dirá. Pero quedémonos con el día perfecto. Con ese guardia civil que, de forma instintiva, metió al bebé recién nacido debajo de sus ropas para darle calor y que no se perdiera por hipotermia. Dice el guardia civil que cada vez que le oía llorar se tranquilizaba. Señal de que aún estaba viva. Con esa patera se ha batido un récord. Nada menos que trece mujeres, siete de ellas embarazadas, iban en ella. Y cinco niños de corta edad. Más que una patera, esa barca era una unidad de maternidad y un colegio entre Tánger y Alborán, en mitad de ninguna parte. Estamos en crisis, pero nuestra crisis es riqueza a los ojos de quienes directamente se mueren de hambre en sus países.