El flamenco pierde a su último revolucionario

El Correo, ANTONIO PANIAGUA, 14-12-2010

Enrique Morente, renovador del flamenco y voz que fundió este género con músicas foráneas, murió ayer en la clínica La Luz, de Madrid debido a las complicaciones surgidas en una operación de úlcera. Su desaparición deja al flamenco huérfano de uno de sus creadores más insignes y prolíficos. Enrique ‘el Granaíno’, como era motejado en sus inicios, hizo que la luz remozara un arte a veces demasiado ensimismado en sus raíces.

Abierto siempre al mestizaje y a otras tradiciones musicales, Morente era un heterodoxo del flamenco, como se puede comprobar con su disco ‘Omega’, de 1996, que grabó con la banda Lagartija Nick y en el que mezclaba el cante jondo con el rock alternativo. Aún hoy, ‘Omega’ puede escucharse como un directo, con la frescura que le da la presencia de Vicente Amigo, Tomatito o Cañizares, que adaptaron poemas de Lorca o canciones de Leonard Cohen. Abrió una cuña en la revolución del flamenco y caminos que aún se siguen explorando. Prueba de su obsesión por el eclecticismo son sus colaboraciones con Los Planetas, la Orquesta Andalusí de Tetuán o Voces Búlgaras.

Morente nació en 1942 en el barrio granadino del Albaicín. Con muy pocos años ejerció de seise en la catedral de Granada. Era la época en que escuchó los primeros sones del cante jondo, nacidos de las gargantas de Juanillo el Gitano, Cobitos o la dinastía de los Habichuela. Si el flamenco no se hubiera cruzado en su vida, Enrique Morente podría haber acabado como zapatero o platero, oficios en los probó suerte como peón y ayudante.

Llegó a Madrid con 20 años y muchas ilusiones. En la capital se arrimó al trianero Pepe el de Matrona en el bar Gayango. Con un oído finísimo, Matrona, que había conocido a todos los grandes, escuchaba a jóvenes que querían abrirse paso en el mundo del flamenco. Era el caso de Morente, que debutó en la peña flamenca Charlot. En los sesenta hizo su primera aparición en un festival flamenco, con un cartel de lujo integrado por Juan Talega, Fernanda y Bernarda de Utrera, Gaspar de Utrera, Tomás Torre y Antonio Mairena.

Premio Nacional de Música

A Morente se debe la labor de rescatar de la tradición literaria a grandes poetas como Miguel Hernández, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, José Hierro, Antonio Machado o Lorca y subir sus obras a un tablao. El granadino cantó a los poetas al tiempo que recuperaba las melodías de la Niña de los Peines, la Trini o el Pena. Su genio creador no le salvó de las acometidas de los puristas, de la inquisición del flamenco que veía en Morente al cantaor que perpetraba los peores sacrilegios. Pero mientras la caverna del flamenco se desgañitaba, él cantaba al lado de Manolo Sanlúcar en un dúo tan fecundo como el que hicieron en su juventud Camarón y Paco de Lucía. No en vano, de Morente hay discos genuinamente flamencos, cante jondo en su esencia más pura: ‘Cante flamenco’, ‘Cantes antiguos del flamenco’, ‘Homenaje a Don Antonio Chacón’ y ‘Nueva York – Granada, Morente – Sabicas’ forman un ramillete de discos sin influencias foráneas.

Su audacia era a veces incomprendida por sus propios maestros. Incluso el propio Pepe de la Matrona le recriminó su osadía, a lo que Morente contestó que no hacía otra cosa que reinventar sus lecciones. Desde 1967, fecha en que sacó a la luz su primer disco con Félix de Utrera, Morente no hizo otra cosa que conciliar su empeño de imprimir su estilo con la reivindicación de los grandes clásicos. Los que le tachan de poco menos de hereje olvidan que por su tarea de rescatar la obra de Antonio Chacón con el toque de Pepe Habichuela le dieron el Premio Nacional de la Música.

Los coleccionistas guardan como oro en paño el disco en que se hizo acompañar por Sabicas. No era ajeno al deseo de experimentar, de actuar con músicos de cualquier pelaje – desde Chick Corea a Sonic Youth – , de juntar en matrimonio el flamenco con los sonidos morunos, el jazz, el rock, la música étnica. Su talento creador era desbordante. ‘Omega’ es el paradigma de ese atrevimiento. No se arredraba ante nada: lo mismo cantaba el himno de Andalucía por tarantas que auspiciaba el proyecto que dejó grabado en el estudio de la SGAE. La obra formaba parte de ‘El barbero de Picasso’ y se llevó a cabo junto al pianista de jazz Frederic Lehmer.

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