LOS DATOS PROPORCIONADOS ayer por el Gobierno vasco son preocupantes. Sabíamos que existe una cierta tendencia a relacionar inmigración con delincuencia y que en época de crisis y paro aumentan los recelos sobre quienes vienen de fuera y consiguen trabajo o acceden a las ayudas públicas. Lo que desconocíamos, y ello nos obliga a estar alertas y a actuar, es que esos sentimientos, que ocultan o son caldo de cultivo de comportamientos racistas, estuvieran creciendo a pasos agigantados. En solo un año la tendencia a considerar que la inmigración afecta de forma negativa la seguridad ha aumentado diez puntos y hoy seis de cada diez vascos lo cree a pies juntillas. Una creencia que, según el Ejecutivo, no se ve avalada por las cifras pero que exige una reacción en el ámbito de la pedagogía social para evitar que se extiendan bulos que conviertan a ciertos extranjeros automáticamente en delincuentes. Estamos a tiempo de frenar falsas asociaciones.