Los menores extranjeros critican las condiciones de los centros de acogida

El Correo, JUAN C. BERDONCES, 09-11-2010

«Tengo sensación de falta de libertad, las normas son muy difíciles para mí», asegura uno de los menores extranjeros no acompañados (‘menas’) que reside en la capital. Otro va más lejos en sus sensaciones y afirma que el centro de acogida «era como una cárcel, no había tiempo libre y si no tenías curso, no podía salir».

Son testimonios recogidos por la Plataforma de Solidaridad con los Jóvenes Extranjeros Desprotegidos en Vitoria en un informe elaborado sobre una encuesta realizada a 27 ‘menas’ que han vivido en centros gestionados por la Diputación alavesa entre enero de 2008 y junio de este año. En la actualidad, la institución foral ‘controla’ a una treintena, pero en 2008 tuvo bajo su tutela a un centenar y en el primer semestre de 2009, a casi 200.

Las conclusiones de este estudio ponen en tela de juicio la idoneidad de estas residencias – en el estudio se habla de Estíbaliz, Zabaltzen, Sansoheta y Bide Berri, el único operativo en la actualidad – y las críticas también se dirigen hacia los monitores y educadores. «No hacen lo que manda Diputación, sino lo que les da la gana a los coordinadores», plantea un joven. Incluso algún educador que «por diferentes motivos» – dice el estudio – ha abandonado el centro constata que «muchos tratan a los chavales como a ganado».

Nula autonomía

La privación de libertad y la falta de autonomía son otras críticas de los ‘menas’. «No podemos ni hablar entre nosotros, nos vigilan», revela uno de ellos. Denuncian que los dormitorios están cerrados durante el día y que tienen que estudiar en el comedor o la cocina.

En este sentido, la participación de estos menores de 18 años procedentes en su mayoría del África subsahariana, en el día a día del centro de acogida es nula. Todos reconocen que su opinión no se tiene en cuenta al diseñar su plan educativo.

Y la mayoría manifiesta que no han recibido consejos o información para participar en actividades culturales o deportivas fuera del centro, salvo la práctica del fútbol, que es «obligatoria» dicen todos.

Sobre las pruebas óseas, 22 de los 27 ‘menas’ explican que la Diputación no les informó de los resultados. «Para muchos chicos, el final de su proyecto educativo ha sido un recurso para indigentes», concluyeron Zuriñe Martín y José Ángel Masa, miembros de la plataforma que hicieron público el estudio.

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