Abran paso a la rumba del barrio

Gitanos y payos 'funkies' se reúnen en la tercera parte de 'Achilifunk', un disco que rompe fronteras estilísticas

El País, JOAN FOGUET - Barcelona , 28-10-2010

Créanme, seguir la conversación de Txarly, Lalo, Jack y Sam no es nada fácil. Sueltan muchas verdades y son las caras visibles del tercer proyecto Achilifunk, cuyo tercer disco, Gitano real, muestra una manera de fusionar la rumba y el funky. De Txarly Brown (nombre de guerra de Carles Closa) se dice que es el payo que más sabe de rumba y es el chef que mezcla los ingredientes funk con la materia achili.
Las caras visibles de esta peculiar cocina son Lalo, bajo de la Fundación Tony Manero, por una parte, y Jack, cantante o cantaor, y Sam, otro artista de la rumba. Txarly, portavoz oficial de la Plataforma de la Rumba Catalana, abre fuego indicando que “este es un disco de verdad, en la mayoría de los álbumes que salen al mercado no hay sinceridad”.

Intenta morderse la lengua, pero ni quiere ni puede, y ataca la tontería que se ha instalado en gran parte del llamado estamento cultural barcelonés. Poca música en directo en clubes y bares, y menos aún para la que es autóctona.

Txarly sabe de lo que habla y la comunidad gitana de la rumba catalana escucha su consejo: “Deben salir del circuito cerrado y abrirse musicalmente”. Este diseñador gráfico que hace una década tropezó con la rumba se ha convertido en una enciclopedia del género.

Con el tercer disco tras un primer recopilatorio y un segundo de mezclas se ha pasado del laboratorio al escenario, gracias al Taller de Músics. Y no es tarea nada fácil porque se trata de un ejército rumbero: cuatro gitanos (La Troba Kung-Fú, Sabor de Gràcia), cuatro payos (Fundación Tony Manero) y la sección de 10 vientos de la Original Jazz Orquestra del Taller para tejer un característico sonido propio y pertinaces versiones de Bad, de Michael Jackson o Miracles, de Jackson Sisters.

¿Y en qué se parecen los funkies y los rumberos? “Todos ponemos caras cuando actuamos”, sentencia Jack, tímido y seguro. Pero no todo es tan sencillo, “hay un choque de culturas”, asume Lalo. Contrariamente al tópico, es la vertiente gitana la más perfeccionista, la que tiene más cuidado con la grabación. ¿Por qué? “Porque lo que sale en el disco queda para toda la vida”, sentencia Sam. Eso sí, los rumberos son espontáneos. Txarly cuenta cómo con Muchacho, un guitarra, no han podido grabar ningún solo igual, “lo hacía seis veces, y las seis distintas”. Culturas diferentes cogidas de la mano.

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