Especial para EL MUNDO

A 12 días de las legislativas estadounidenses, los candidatos lanzan toda su artillería para hacerse con el poder del Capitolio, que, según las últimas encuestas, pasaría a manos de los republicanos, y podría suponer la mayor caída de los demócratas desde 1994. La batalla de Florida es una de las más seguidas por el auge del candidato republicano, Marco Rubio, el rey indiscutible de todos los sondeos.

En un intento desesperado para evitar que llegue al Congreso, varios líderes demócratas han respaldado en los últimos días al aspirante independiente y actual gobernador de Florida, Charlie Crist, ante la baja popularidad del demócrata afroamericano Kendrick Meek.

Rubio, de origen cubano y ex presidente de la Cámara estatal de Florida, es una de las jóvenes estrellas de la base republicana y uno de los candidatos favoritos del movimiento ciudadano del Tea Party, aunque su honestidad se ha puesto en entredicho en varias ocasiones. Sus estrictas políticas fiscales han suscitado el apoyo económico de las altas esferas conservadoras.

Durante un acto de campaña en una biblioteca estatal de Miami, Rubio instó ayer a la comunidad hispana a acudir a las urnas y hacer oír su voz, en medio de la polémica generada en Nevada por un anuncio que llamaba a los latinos a quedarse en casa el próximo 2 de noviembre.

«Todos debemos salir a votar. El país va por un camino equivocado y si seguimos el paso de Washington no podremos dejar a nuestros hijos en una buena situación», remarcó el político de 39 años ante un grupo de voluntarios de campaña, en su mayoría cubanos. La figura del Tea Party dedicó unas palabras a sus compatriotas y rezó para que, un día no muy lejano, «La Habana pueda elegir a sus líderes como lo estamos haciendo en EEUU».