SAMUEL ETO'O

Gol al racismo

Logra el tanto de la victoria del Cagliari-Inter suspendido momentanemaente por menospreciar a los jugadores negros

El Mundo, IRENE HDEZ. VELASCO / Roma , 18-10-2010

Corresponsal

Todos los domingos, con implacable regularidad, en los estadios de fútbol italiano se repite el mismo terrible ritual: los jugadores negros son víctimas de cantos degradantes, de humillaciones varias y de espantosos insultos por parte de algunos aficionados racistas. Ayer le tocó el turno al camerunés Samuel Eto’o, el delantero del Inter de Milán. La buena noticia es que las cosas están comenzando a cambiar. Ayer, por primera vez en la historia del calcio italiano, un partido de la serie A fue suspendida a causa de los gritos racistas.

Ocurrió en el estadio Sant’Elia, en la isla de Cerdeña, donde el Cagliari, el equipo local, recibía al Inter. Comenzó el partido. Cuando Maicon, el brasileño del Inter, tocó por primera vez el balón comenzaron a salir de las gradas de los ultras del Cagliari los primeros y tímidos coros racistas. Sólo había transcurrido un minuto de juego cuando Eto’o se hizo con el esférico y los cantos racistas subieron de tono, presagiando que los 90 minutos que aún quedaban por delante serían un infierno, como ya ocurrió el año pasado cuando el Inte se enfrentó al Cagliari.

Sin embargo, y como todos los domingos, en el estadio de Sant’Elia se encontraba ayer un hincha particular: el subinspector de Policía de Cagliari, Giuseppe Gargiulo. Horrorizado ante los gritos racistas contra Eto’o, Gargiulo optó por entrar en acción. Agarrándose a que cualquier decisión concerniente al orden público compete a la Policía, se puso en contacto con el inspector de la Federación Italiana de Fútbol. Quien, a su vez, alertó al árbitro de que debería de intervenir inmediatamente para poner fin a los insultos contra Eto’o.

Apenas habían transcurrido tres minutos del comienzo del encuentro cuando los altavoces del estadio Sant’Elia anunciaron que si los coros y cánticos racistas persistían el duelo sería suspendido. La mayoría de los aficionados que colmaban el estadio abucheó entonces a los ultras que habían coreado insultos contra Eto’o. Dos minutos después, el juego se reanudaba. Y, afortunadamente, no volvieron a escucharse insultos racistas.

«El arbitro ha hecho muy bien en intervenir inmediatamente. Los del Inter, por desgracia, estamos habituados a escuchar este tipo de insultos, pero es la primera vez que desde el comienzo de un partido el árbitro toma una posición así de tajante», se felicitaba Bedy Moratti, hermana de Massimo Moratti, el presidente del Inter, y quien ayer acudió en su representación al encuentro. «Pues yo esos cantos racistas no los he oído. En Cagilari no hemos sido jamás racistas, creo que se ha cometido un error», decía, dando la nota, Massimo Cellino, el presidente del Cagliari.

Eto’o, por su parte, se vengó a su manera: haciendo un partidazo y anotando, en el minuto 39, el único tanto del encuentro. Otro en su pellejo tal vez habría aprovechado para restregarle el gol a quienes poco antes le habían insultado por el color de su piel. Pero no un tipo como Eto’o. ¿Saben que hizo? Con grandísima ironía, festejó el tanto (su sexto gol en lo que va de temporada) poniéndose a bailar como un mono…

Se trataba de una clara y cáustica alusión a lo sucedido en febrero de 2006, cuando Eto’o aún vestía la camiseta del Barça y en un encuentro contra el Zaragoza algunos hinchas racistas se dedicaron a imitar los gritos de un mono cada vez que tocaba la pelota. Profundamente ofendido, el jugador intentó abandonar el campo a mitad del partido, pero sus compañeros y el árbitro lograron calmarle y conseguir que siguiera jugando. Por aquello, el Zaragoza fue multado a pagar 9.000 euros, un castigo calificado por Eto’o de insuficiente. «Tendrían que haber cerrado el estadio durante al menos un año», se quejó el camerunés.

A raíz de lo sucedido en aquel fatídico encuentro con el Zaragoza, Eto’o confesó que no llevaba a sus hijos al fútbol para evitar que tuvieran que soportar los insultos que algunos aficionados le dedicaban por el mero hecho de ser negro.z «Escucharían cosas difíciles de explicar», aseguraba. «No quieto exponerles al fenómeno del racismo. Es algo que me aflige y que me trastorna a nivel personal: jugadores, dirigentes y medios de comunicación deberían de hacer un gran esfuerzo para que nadie se sienta despreciado por el color de su piel».

Su petición no cayó en saco roto. Lo sucedido en el estadio de la Romareda sirvió para que los dirigentes de la FIFA comenzaran a prestar más atención el fenómeno del racismo en el fútbol y para que el presidente de este organismo, Joseph S. Blatter, impusiera en nombre de la lucha contra la discriminación sanciones más duras contra los actos o insultos racistas en el mundo del balompié.

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