El reto de la inmigración marca la Alemania unida

- El nuevo presidente, Christian Wulff, resalta que "ahora el Islam es parte de Alemania"

Diario de Navarra, ENRIQUE MÜLLER . COLPISA. BERLÍN ., 04-10-2010

Alemania, un país acostumbrado a organizar actos solemnes para rendir homenaje a las víctimas del nazismo, olvidó ayer su pasado trágico y celebró con alegría y dignidad el vigésimo aniversario de una gesta histórica que se concretó el 3 de octubre de 1990, menos de un año después de la caída del muro de Berlín: la unificación de las dos Alemanias que nacieron después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la comunista y la democrática.
El acto oficial para recordar el nuevo aniversario se realizó en la ciudad de Bremen, donde la cúpula política del país y el cuerpo diplomático se dieron cita para escuchar el primer gran discurso del nuevo presidente del país, Christian Wulff.

El momento culminante del discurso de Wulff fue cuando el presidente encaró sin ambages los retos de futuro de la Alemania unificada centrándose en las dificultades en la integración de la población extranjera de origen musulmán. Este asunto domina buena parte del debate político del país tras la publicación del libro del ex banquero del Bundesbank Thilo Sarrazin. La obra, titulada Alemania se desintegra, denuncia los abusos de los inmigrantes en las subvenciones sociales.

«Veinte años después de la unificación nos enfrentamos a la enorme tarea de encontrar una nueva solidaridad en una Alemania que forma parte de un mundo que cambia rápidamente», subrayó Wulff. «El cristianismo por supuesto que forma parte de Alemania. El judaísmo por supuesto que forma parte de Alemania. Nuestra historia es judeocristiana, pero ahora el islam también es parte de Alemania», proclamó.

«Naturalmente, yo también soy el presidente de los musulmanes», insistió Wulff al poner énfasis en una controversia que puede envenenar la convivencia en el país. «Somos Alemania, somos un pueblo. Y debido a que la gente con raíces extranjeras es importante no quiero sean heridos en debates que resultan innecesarios. No debemos permitir la leyenda, la cimentación de prejuicios y marginaciones porque está en juego nuestro propio interés nacional», prosiguió.

Wulff defendió con vehemencia las virtudes que aporta la inmigración, pero no olvidó recordar a los extranjeros residentes en Alemania que también tienen unos deberes.

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