El bienestar sueco

La Vanguardia, , 21-09-2010

SUECIA ha renovado este fin de semana el mandato del gobierno conservador saliente. Los partidos de centroderecha que integran la denominada Alianza para Suecia, liderada por Fredrik Reinfeldt, han derrotado por segunda vez consecutiva a los socialdemócratas, el partido que construyó el generoso Estado de bienestar sueco y que ha permanecido en el poder 65 de los últimos 78 años. La Alianza para Suecia no ha conseguido la mayoría absoluta, de la que se ha quedado a sólo tres escaños, a causa de la irrupción en el Parlamento de la derecha xenófoba de los Demócratas Suecos, que ha superado el listón del 4 por ciento. Pero la otrora poderosa socialdemocracia ha sufrido su peor revés desde 1920.

El ascenso de la extrema derecha se explica porque ha sabido capitalizar el malestar existente en determinados sectores de la sociedad sueca ante la inmigración. Suecia ha sido históricamente un país abierto a los inmigrantes, ya fuera porque estos sufrían persecución política (como fue el caso de los chilenos que encontraron refugio después del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende), ya fuera por otras cuestiones humanitarias. Pero ahora resulta que casi el 14 por ciento de los nueve millones de habitantes de Suecia ha nacido en el extranjero y otro seis por ciento ha nacido en Suecia pero sus padres son extranjeros. Estas cifras han jugado ahora a favor de los que se autodenominan Demócratas Suecos.

El triunfo de la coalición conservadora encabezada por Reinfeldt tiene una explicación más moderada. El electorado sueco se ha inclinado hacia la derecha, pero ha demostrado que lo más difícil es cambiar el país o, si se quiere, su modelo. Los socialdemócratas construyeron un modelo que ha combinado un vigoroso sector privado con altos impuestos y un generoso Estado de bienestar. Pero hace cuatro años perdieron las elecciones y ahora han vuelto a hacerlo. La razón, sin embargo, no radica en que los partidos conservadores se presentaran con la promesa de eliminar el Estado de bienestar. El electorado ha optado mayoritariamente por los conservadores a causa de la buena gestión de gobierno en los últimos cuatro años y por el proyecto de una reforma moderada del Estado de bienestar. La presión fiscal sueca continúa siendo la segunda más alta de los países de la OCDE, pero, con los conservadores en el Gobierno, ha descendido del 52 por ciento del PIB en el año 2000 al 46 por ciento actual. Pero el Estado de bienestar sigue coleando.

Darwin, pues, no ha ganado en Suecia. La gran mayoría de los suecos sigue prefiriendo su modelo, pero este, que en los años de la expansión económica era floreciente, ahora, con la crisis económica, exige una reforma. Es lo racional. La mejor manera de defender un Estado de bienestar en los tiempos actuales es recortar prestaciones que no sean de las más necesarias, evitar despilfarros y combatir los abusos y el fraude. Y esto, con una reforma prudente, se puede conseguir. Al menos es lo que la mayoría ha votado el pasado fin de semana. La Alianza para Suecia dice que los socialdemócratas están anclados en el pasado, que insisten en los impuestos más altos de Europa, que respaldan una atosigante regulación del mercado laboral y que continúan oponiéndose a la entrada de la iniciativa privada en los servicios públicos. Pero el manifiesto de la coalición conservadora, dadas las preferencias de la mayoría, no rechaza frontalmente el modelo sueco.

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