LA ULTRADERECHA no sólo ha accedido al Parlamento sueco, sino que, según los datos al cierre de esta edición, podrían tener la llave de gobierno. El 4,1% de los votos obtenidos supone un terremoto político, pero sobre todo un voto de castigo por parte de un sector de la población para el que hace mucho que el milagro social y económico sueco es un espejismo. En concreto, la ultraderecha ha capitalizado el rechazo a las políticas que no han conseguido integrar a buena parte de los inmigrantes, que ya representan el 10%, y que constituyen auténticos guetos. La coalición de centroderecha ha revalidado su victoria, aunque pierde la mayoría absoluta. Y la socialdemocracia vuelve a ser la más votada, pero con el 32% de los votos confirma la pérdida de influencia en el país donde lo ha sido todo durante 70 años.