De lo que más se habla es de los gitanos y de los guardias civiles. Nuestros políticos siguen pareciéndose a los guionistas de ‘Morena clara’, pero ya no está Imperio Argentina, mi querida Malena, a la que los dioses volubles le habían dado una sonrisa más atractiva y más urgente que la de Sarkozy, incluso que la que otorgan a Trinidad Jiménez, cuyo mayor obstáculo son la abundancia de dientes. Así como los árboles impiden ver el bosque, a esta agradable señora, la dentadura le veda mostrar su indudable capacidad política. Pero no quisiera desviarme: la imagen de Nicolás Sarkozy se está hundiendo en Francia por la crisis provocada por la expulsión de los gitanos, que ya estaban hundidos en la miseria, y la imagen de Zapatero zozobra en España porque los guardias civiles se han cansado de que los recompensen solo con adjetivos elogiosos. Llamarles «beneméritos» no les consuela de tener unos maléficos sueldos. Miles de agentes han reivindicado igualdad laboral con la Policía, pero no pidieron la desmilitarización. Están hasta el tricornio de cobrar solo en prestigio. «Quien sirva al altar que viva del altar», decía San Pablo, que fue el inventor del duradero tinglado. Un tipo de gran talento, sin duda. ¿Qué opinaría ahora si viera como los gentiles han dejado de ser idólatras y se han lanzado a la calle? Piden que dimitan Zapatero y Rubalcaba. Los transeúntes se preguntan:
-¿Por qué Rubalcaba?
A la manifestación se calcula que acudieron más de 20.000 agentes. Ni Méndez ni Toxo pronunciaron los discursos de cierre, por lo que nadie pudo comprobar si se había operado alguna mejoría en su oratoria. Don Ignacio Fernández Toxo es más cauto. Tiene muchas cosas que decir, pero no las dice. En cambio don Cándido Méndez es más comunicativo. Lo último que ha dicho es que ni él mismo sabe cuántos «liberados» hay en UGT.