Detienen a dos sicarios implicados en 200 crímenes

El Correo, MATEO BALÍN, 15-09-2010

Uno se hacía pasar por pescadero de una zona residencial del extrarradio de Valencia; otro por un modesto ciudadano de un céntrico piso de la capital del Turia. Llevaban tres años en España, se habían cambiado las huellas y sus matrimonios eran una farsa: se casaron de forma fraudulenta para obtener la residencia y conseguir la nacionalidad. No tenían relación entre sí, pero a los dos les unía un extenso currículum criminal propio de un monstruo de la guerra. Más de 200 asesinatos selectivos, secuestros y torturas en los años de plomo del conflicto colombiano.

Tras una intensa búsqueda durante los últimos tres meses, la Policía logró el pasado viernes echar el lazo a Mauricio Alberto González Sepulveda, alías ‘Ronco’, de 44 años, y Henry Norberto Valdés Marín, alías ‘Pollo’, de 36, dos sicarios colombianos a sueldo de los cárteles de la droga que se habían asentado en Valencia y en la localidad de La Eliana para manejar la ‘oficina de cobros’ de sus jefes a la distancia. Fueron detenidos a las puertas de sus domicilios y no iban armados.

El juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, decretó ayer su prisión provisional a la espera de que las autoridades colombianas formalicen la demanda de extradición por los delitos de homicidio agravado, tráfico de armas, secuestro, tortura y tráfico de drogas. Una petición que, no obstante, tendrá que aprobar antes el Consejo de Ministros.

Antecedentes

Habituados a la violencia, los medios colombianos trataron las detenciones sin grandes alharacas, pero la Policía sitúa a ‘Ronco’ en la lista de los más buscados del ‘cártel de Evigando’ y hombre fuerte de uno de los bloques más duros de las ‘Autodefensas Unidas de Colombia’, los paramilitares que pusieron en jaque el Gobierno de Bogotá. Más sanguinario aún era ‘Pollo’, el jefe de las cuentas del ‘cártel de las tres puntillas’, que habían llevado su negocio al exterior y a quienes se les atribuye más de 200 asesinatos en su país, entre ellos el del futbolista Alberto ‘El Palomo’ Usariaga, ocurrido en 2004, un crimen cometido por un menor de 15 años. Su forma de actuar era siempre la misma: Amordazaban a sus víctimas, les encintaban la cabeza y las asesinaban. Después dejaban su marca, tres puntillas en la cabeza.

La primera reacción de los vecinos de los dos sicarios fue de sorpresa. En La Eliana, a 20 kilómetros de Valencia, aseguraban que ‘Ronco’ «parecía gente normal». «Creíamos que se dedicaba a la venta de pescado por lo que ponía en las furgonetas, incluso tenía un puesto cerca del mercado de Ruzafa, en la capital. Vivía de forma discreta y recibía la visita de otros familiares con asiduidad». En el caso de ‘Pollo’, que estaba postrado en una silla de ruedas, una vecina de su bloque se quedó sorprendida cuando conoció las acusaciones. «Se me ha puesto la piel de gallina», señaló.

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