El pueblo gitano, en el banquillo de los acusados

Diario de noticias de Gipuzkoa, Aralarkideak, por Rebeka Ubera y Jon Iñarritu, 14-09-2010

ESTE pasado agosto no ha sido tan tranquilo, informativamente, como habitualmente. La noticia sobre la expulsión de ciudadanos europeos de etnia romaní en Francia, nos sorprendía y alarmaba. No tanto por la noticia en sí. Actuaciones vergonzantes contra este pueblo ya las habíamos visto con anterioridad en otros Estados europeos. Pero esta vez, que el hecho se produjera en Francia ha sido también noticia. ¿Es posible que en el Estado humanista por excelencia y en la Francia de la liberté, égalité y fraternité se realice un acto tan injustificable?

En un momento en el que la popularidad del presidente de la República se encontraba bajo mínimos, cuando todos los focos informativos se estaban centrando en el affaire Bettencourt, que salpica tanto al ministro de Trabajo, Eric Woerth, como al propio Nicolas Sarkozy, una nueva medida discriminatoria ha sido tomada contra ciudadanos europeos de etnia gitana. Un desgraciado hecho, como fue la muerte de un joven romaní en Saint-Aignan ( Loir-et-Cher) por la Gendarmería y los posteriores altercados que se produjeron, sirvieron al Ejecutivo galo de excusa para levantar una pantalla de humo con el fin de desviar la atención mediática y tomar medidas populistas en pro de la seguridad y en contra los gitanos. De igual forma, este hecho le servía al presidente para recabar el apoyo y los futuros votos de la extrema derecha francesa.

El joven fallecido en el incidente policial era de etnia gitana y nacionalidad francesa; los manifestantes o alborotadores eran presuntamente ciudadanos franceses de la misma etnia, por lo que las autoridades en vez de limitarse a actuar en contra de las personas implicadas en los altercados de manera personal, lanzaron un anuncio de desmantelamiento de asentamientos gitanos en aras de acabar con la delincuencia. La liasson ya estaba hecha: “gitano igual a delincuente”. Una barbaridad, tanto desde el punto de vista legal como un ataque a los principios republicanos. Ante la imposibilidad de reprimir a los romanís franceses, se hace contra los romanís búlgaros o rumanos. Estos ciudadanos europeos y gitanos, al parecer, eran el chivo expiatorio perfecto: igual de gitanos pero más vulnerables por no ser franceses.

Desde instancias internacionales y europeas se dictan resoluciones y se acuerdan planes especiales para dicha comunidad. Recordemos que nos encontramos en la década de inclusión gitana, declarada por siete estados europeos; otros doce estados, han creado la EUROMA, programa para el apoyo con fondos estructurales UE al pueblo gitano; se han dictado resoluciones desde el mismo Parlamento Europeo, en marzo de 2009 y 2010, a favor del mejor acceso al trabajo y sobre medidas de inclusión de este pueblo. Pero parece ser insuficiente. Como señala el informe del organismo contra el racismo del Consejo de Europa, el ECRI, la xenofobia contra los gitanos sigue estando muy extendida y ataques, redadas, expulsiones ya sean desde particulares o instituciones, se siguen llevando a cabo. Los estamentos internacionales piden medidas a los Estados a favor de la inserción pero, ¿cuáles son esas medidas? Estados como Hungría, Italia, la República Checa, Eslovaquia y ahora Francia toman medidas colectivas contra ciudadanos gitanos europeos. Esto es todo lo contrario a lo dictado y con ello va aumentando el racismo y la xenofobia. Según los sondeos, en agosto, sobre la valoración de líderes políticos, Sarkozy ha conseguido su objetivo, su valoración ha subido cuatro puntos y gran parte de la población apoya sus medidas. Eso sí, las tasas de criminalidad siguen igual. ¿No eran los gitanos los causantes?

Las mismas instituciones internacionales y europeas, como era previsible, han mostrado su rechazo a las expulsiones dictaminadas por Francia. ¿Pero qué harán? ¿Actuarán más allá de meras declaraciones? El Hexágono ha aducido que las expulsiones son personalizadas, que se hacen con arreglo a la ley y que las que no son judiciales son voluntarias. Pero el resultado está claro. Expulsiones de comunidades enteras y desmantelamiento de campamentos, unidos a declaraciones de los gobernantes anunciando las expulsiones de gitanos, no nos pueden llevar a engaño. Estas son generales y de un colectivo determinado. ¿Qué encaje legal tiene en la normativa europea? Se realizan expulsiones propias de asentamientos gitanos, alegando problemas de orden y a favor de la seguridad. ¿Ante ello qué hará la UE? La Carta de Derechos fundamentales de la UE habla de igualdad, habla de prohibir las expulsiones colectivas, de la no discriminación por orígenes étnicos o pertenencia a una minoría, defiende la libre circulación de residencia a todo ciudadano de la Unión en el territorio de los Estados miembros. De igual forma, la directiva 2004/38/CE sobre derecho de libre circulación y residencia de los ciudadanos de la Unión y de los miembros de su familia, fija los parámetros de movilidad ¿Qué medidas tomará Europa para frenar esta barbaridad jurídica que no se ajusta ni a la legislación francesa ni a la europea? ¿Lo dejará en meras declaraciones? ¿Que razón existe para discriminar a ciudadanos europeos, casualmente de una comunidad determinada, en su libertad de movimiento? Por si fuera poco, y no es nuevo, se informa de la próxima puesta en marcha de un fichero biométrico de los expulsados con argumentos de que no reciban más ayudas en el caso de que vuelvan al Hexágono. En Italia ya se propuso tomar las huellas a los niños gitanos. ¿Nadie ha pensado en tatuarles un número en el brazo? Puesto que la historia se repite, lo que hace unas décadas empezó con señalamientos, marcajes, deportaciones… acabó como acabó y si hace apenas un año vimos en Italia ataques a campamentos, similares a pogromos, ¿cuál es el próximo episodio que nos queda por ver? ¡Que la historia no se repita! ¡Los gitanos son ciudadanos europeos y ante todo son personas!

Desde Aralar, esperamos que las llamadas de atención de la ONU, UE, y del Consejo de Europa, no se olviden y se tomen medidas contundentes. De la misma manera, exigimos actuaciones a todos los niveles institucionales en dos direcciones. Por un lado, para ayudar verdaderamente a la inclusión del pueblo gitano en la sociedad europea, dejándole vivir y desarrollarse con arreglo a sus costumbres en el seno de la UE. Por otro lado, alarmados, exigimos políticas públicas urgentes contra el racismo y la xenofobia. Actuaciones como las ocurridas son inadmisibles y preocupantes. La lacra del racismo, que sigue latente en nuestros días, debe ser combatida con ímpetu. La presunción de delincuencia por el hecho de pertenecer a un colectivo o pueblo debe ser eliminada de la mente colectiva de una vez por todas. Como dice el himno romaní, “Gelem, gelem lungone dromensar” (anduve de viaje por largos caminos). Esperamos seguir viendo al pueblo gitano en viaje. Pero no viajes forzados ni deportaciones, sino recorriendo en libertad los caminos de su casa europea.

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