Internacional

Expertos de EE. UU. toman a España como ejemplo de integración de inmigrantes

Destacan los servicios sociales y organismos públicos para inmigrantes frente a la seguridad fronteriza como única medida

ABC, pedro rodríguez / washington, 14-09-2010

A pesar de ser un país casi por definición construido por extranjeros, Estados Unidos no hace tantos esfuerzos como España a la hora de integrar a sus inmigrantes. Esta es la principal conclusión de un foro comparativo organizado esta semana en Washington por el Migration Policy Institute y la Fundación Ciudadanía y Valores, en el que especialistas de ambos países han hecho balance de las estrategias utilizadas a ambos lados del Atlántico ante los masivos flujos migratorios registrados en los años anteriores a la crisis.

De acuerdo a las exhaustivas ponencias presentadas en Washington, el gobierno federal de Estados Unidos no se encuentra implicado en esfuerzos de integración comparables a los realizados por España y sus comunidades autónomas, sobre todo en lo referente al acceso a servicios sociales. Estas políticas dentro de EE.UU. recaen en las jurisdicciones estatales y locales. Con la cuestión de costes en el centro de un debate especialmente enconado por una esperada reforma integral del sistema de inmigración que no termina de producirse.
Según Sheri Steisel, de la Conferencia Americana de Legislaturas Estatales (NCSL), la cuestión de inmigración ha dejado de ser un problema de limitada trascendencia fronteriza para afectar literalmente a los cincuenta Estados de la Unión. Con la paradoja de que “el lugar de residencia de cada inmigrante va a determinar que servicios de integración de cada inmigrante”. A su juicio, es evidente que el gobierno federal hace muy poco pese al crecimiento exponencial de inmigrantes registrado en lugares como Carolina del Norte, comparable a la situación de Andalucía.
Esa ausencia de liderazgo ha sido confirmada por Demetrios Papademetriou, presidente del Migration Policy Institute (MPI), cuyos datos confirman como el escepticismo ante los flujos de trabajadores extranjeros ha aumentado por todo el mundo durante la llamada “Gran Recesión”, incluso en lugares más benignos como Canadá. En su opinión, “España parece estar haciendo más por la integración de inmigrantes y de forma más sistemática pero, al final, lo que importan son los resultados”.
José María Román Portas, director general de la Fundación Ciudadanía y Valores (Funciva), considera que España “es una referencia última en inmigración al haber superado un 10 por ciento de población inmigrante en el plazo de tan sólo ocho años”. A su juicio, el fenómeno de la inmigración “es una cuestión global y Estados Unidos también puede aprender de cómo otros países manejan esta situación. Y España puede aportar cosas”.
Crispación en EE. UU.
Ante la actual crispación que vive Estados Unidos en materia de política de inmigración, Román Portas considera que España se ha venido librando de esas tensiones al concurrir otras circunstancias diferentes: “Nosotros hemos sido un país de emigrantes hasta hace poco y España ha sabido acoger mejor a sus inmigrantes, aunque es cierto que su multiplicación se produjo en tiempos de especial crecimiento económico. Pero creo que somos una sociedad más abierta y hoy el problema en España es la crisis económica no una crisis de inmigración”.
Alfonso Aguilar, primer responsable de la Oficina de Ciudadanía creada durante la anterior Administración Bush, considera que la gran diferencia es que el modelo de Estados Unidos relega el tema de la integración básicamente a la sociedad civil: “En España me parece que es al revés, de arriba hacia abajo, con la sociedad resistiéndose un poco a recibir al inmigrante y el inmigrante que se siente aislado, con las consiguientes tensiones sociales”.
Para Aguilar, las controversias actuales en la sociedad americana por el tema de inmigración se explican porque “en estos momentos, y pese a la ralentización por la crisis económica, estamos viviendo unos los mayores flujos migratorios en nuestra historia”. Con estimaciones de que en pocos años el porcentaje de personas nacidas fuera de Estados Unidos va a superar el catorce por ciento, que fue el record máximo alcanzado el siglo pasado. Según Aguilar, “este crecimiento dramático que empezó a mediados de los noventa crea cierta fricción por conflictos casi naturales por cuestiones de números y tiempo, pero creo que con la tradición cívica de Estados Unidos, esos problemas se van a superar”.

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