No en la puerta de mi casa

La Razón, 13-09-2010

Europa lleva camino de convertirse en un inmenso parque de atracciones cultural. Muy lejos queda el dinamismo de antaño. Es una sociedad acomodaticia, acostumbrada a los derechos y no a las obligaciones y con una entelequia llamada Unión Europea que tiene tres presidentes. Es cierto que sobre el papel es una potencia económica, pero la realidad es que es la suma de unas naciones que son enormemente celosas de su independencia y sus intereses. El problema de los gitanos en Francia y la reacción de Sarkozy, así como las críticas que ha recibido, muestra que la integración está lejos de ser una realidad. Las acusaciones contra el gobierno francés, que ha cumplido estrictamente la ley, son ridículas pero recuerdan que la inmigración irregular es un grave problema sin una respuesta clara. Los europeos somos muy solidarios y queremos muchas cosas, pero aquello que nos molesta o incomoda no lo queremos en la puerta de nuestra casa. Ni vertederos, ni prisiones…y, por supuesto, los inmigrantes.

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