«Me parece muy mal». Así respondió ayer Juan José Imbroda al ser preguntado sobre la detención y repatriación de los inmigrantes bengalíes acogidos hasta el pasado martes en el CETI. El presidente de la Ciudad está convencido de que en el caso de los asiáticos, que llegaron a Melilla en 2005, deberían haber imperado razones humanitarias en la aplicación de la Ley de Extranjería. A juicio del popular, no se les puede tener cinco años recluido en la ciudad «para después echarlos».

Imbroda señaló ayer que los inmigrantes bengalíes «formaban parte de nuestro paisaje» e incluso hablaban español. También recordó que el Gobierno de la Nación les había prometido que iban a estudiarse uno a uno todos los casos, una promesa que ha acabado con la expulsión del país.

Conocida la detención de estos cincuenta bengalíes, asociaciones de inmigrantes han confirmado que van a realizar una serie de acciones de protesta y judiciales «para impedir estas injustas deportaciones», motivo por el que demandan el máximo apoyo de todas las organizaciones defensoras de los derechos humanos.

Concentración

La Plaza Menéndez Pelayo ha sido durante meses el lugar escogido por los bengalíes para reclamar públicamente, cada miércoles, una solución positiva a sus casos. Ayer permaneció desierta, por primera vez, como consecuencia de la decisión del Gobierno de deportarles a su país de origen.