Más de 20.000 personas cruzan diariamente los pasos fronterizos

La Voz de Galicia, 28-08-2010

El volumen del comercio entre la ciudad y Marruecos supera los 1.500 millones de euros anuales

«Aquí no hay turismo. No encontrará a un alemán ni con lupa. El comercio es nuestra industria». Yusef Kadour, presidente de una de las asociaciones de comerciantes de Melilla, fue un personaje clave en el fin del bloqueo de mercancías a la ciudad. Y está preocupado. Desde hace tres años reclama más agilidad y menos discrecionalidad en la frontera. Cada día la franquean más de veinte mil personas. Casi todas con bolsas o fardos en la mano. En el año 2000, el paso era de 35.000, así que los cambios en los pasos fronterizos, que regulan el paso de coches y peatones en puntos y horas determinados, han ido en detrimento del trasiego. Y del comercio, claro. Aun así, se calcula que el volumen de negocio es de 1.500 millones de euros anuales.

En la ciudad, las autoridades restan importancia a la protesta que los dejó sin productos frescos durante un par de días. Afirman que no habría demasiados problemas para traerlas desde la Península en caso de que fuera necesario. Pero los comerciantes saben que no es lo mismo comprar un kilo de tomates a 40 céntimos que a más de un euro. Sin embargo, el flujo potente de mercancías no es el que viene de Marruecos, sino el que sale de Melilla. Durante prácticamente todo el día, miles de ciudadanos entran con las manos vacías y salen cargados de todo tipo de mercancías. Comercio atípico, como se denomina en el eufemístico lenguaje político, pero el verdadero pulmón económico con el que sobrevive, no demasiado mal, la ciudad autónoma. Para Marruecos, es un flujo comercial tolerado, pero mal fiscalizado. Contrabando en muchos casos.

Cuatro religiones

«Mi rey es Juan Carlos, no Mohamed», dice Yusef, que preside también la comunidad islámica de Melilla, de la que forman parte el 52% de los ciudadanos de una ciudad conocida por la convivencia de cuatro religiones y donde se halla una de las comunidades judías más importantes de España. No hay dudas en el interior de la ciudad sobre su españolidad, pero tampoco de los lazos comerciales, culturales y familiares que unen a una parte importante de su censo con el país vecino. Y los problemas en la frontera se viven mal. Son malos para la convivencia. Y para el negocio. ¿Volverán los problemas tras el ramadán? Yusef sacude la cabeza: «Este es un problema muy difícil de solucionar. Marruecos pide menos contrabando y España menos inmigración. A veces pienso que seguirá toda la vida».

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