Sarkozy desoye a la UE e inicia la expulsión de gitanos

La Verdad, ANJE RIBERA, 20-08-2010

Una funcionaria del servicio de inmigración galo da instrucciones a un grupo de gitanos rumanos en el aeropuerto Charles – de – Gaulle. :: REUTERS

Llegaron en viejas furgonetas y se marchan en avión. Nicolas Sarkozy comenzó ayer a deshacerse por vía aérea de los alrededor de setecientos gitanos que establecieron sus campamentos de forma ilegal en territorio francés. Los devuelve a sus países de origen: Rumanía y Bulgaria. Los vuelos partirán hacia Bucarest y Sofía desde París y Lyon enmarcados en el plan de lucha contra la delincuencia y la inmigración ilegal que el Elíseo acomete con el rechazo de los grupos de defensa de los derechos humanos y los partidos de la oposición, y la advertencia de la UE.

Un grupo de 79 rumanos constituyó ayer el primer contingente repatriado. En los próximos días el resto emprenderá el mismo camino. Antes de finales de agosto, el programa habrá culminado y los trescientos asentamientos de los zíngaros quedarán desalojados. Ya ocurrió en 2009, cuando 10.000 emigrantes centroeuropeos de esta etnia tuvieron que marcharse a casa invitados por Sarkozy y la Gendarmería. Sin embargo, entonces la intervención gubernamental pasó desapercibida incluso para las ONG que ahora denuncian la estigmatización de toda una comunidad.

¿Qué ha cambiado? Simplemente que el vaso de la paciencia de Sarkozy se ha colmado. Un vaso con poca capacidad desbordado por episodios de violencia que algunos romanís protagonizaron antes del estío. El asalto con hachas y barras de hierro de la comisaría de Saint – Aignan, en el centro, no fue bien entendido por la población y mucho menos por el hombre que la preside, que incluso desplegó el Ejército para restablecer el orden.

De forma voluntaria

El Ejecutivo de París sostiene que los expulsados se marchan de forma voluntaria tras ser invitados a subirse a los aviones con un billete gratis y trescientos euros – cien más en los casos infantiles – en metálico para compensar las molestias. Pero a la ministra de Familia, Nadine Morano, se le fue la lengua. «Las deportaciones sirven para que esta gente vuelva a su país y para demostrar que aquí no toleramos el establecimiento de campamentos ilegales». Y su sinceridad fue más allá. «Acabaremos con el flujo de gitanos, muchos de los cuales terminan mendigando en las esquinas y usan a sus hijos para pedir», añadió. Y ahí calló. Sin hacer referencia a la supuesta vinculación de los gitanos con la delincuencia, como sí hicieron otros compañeros del Gabinete de Sarkozy.

Ahora bien, la medida del Elíseo no parece, cuanto menos, definitiva. «Si me devuelven a Rumanía volveré en tres días», advertía ayer Rodica Novakovich, que todavía vende flores en una esquina de París. La ley la ampara porque su país, al igual que Bulgaria, forma parte de la Unión Europea desde el 1 de enero de 2007. Bajo la normativa comunitaria todos sus ciudadanos tienen libertad para establecerse en cualquier Estado del bloque continental, siempre que demuestren disponer de medios para subsistir a los tres meses de su llegada.

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