Internacional

La mezquita de la Zona Cero rompe al partido demócrata de EE.UU.

El líder demócrata del Senado, Harry Reid, se desmarca de Obama y opina que la «Cordoba House» no debe construirse en Manhattan

ABC, ANNA GRAU / CORRESPONSAL EN NUEVA YORK, 18-08-2010

Es el sálvese quien pueda. Con la polémica por la mezquita de la Zona Cero engordando cada día el partido del gobierno se ha roto. Harry Reid, el líder de la mayoría en el Senado, y cuya reelección en noviembre como senador por Nevada no es ni mucho menos segura, fue ayer el demócrata más prominente en desmarcarse del apoyo a la mezquita. Reid aceptó que la libertad de culto es sagrada en Estados Unidos y que además está fuertemente defendida por la Constitución. Pero aún así se mostró favorable a que, si se trata de culto musulmán, se haga en cualquier otro lugar menos en la Zona Cero. «Si realmente se acaba vetando la construcción de una mezquita y de un centro comunitario a dos esquinas de donde la libertad fue atacada, pienso que ese será un día triste para América», insiste por su parte el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. Es la primera vez que Bloomberg deja traslucir en sus palabras el temor de que el proyecto pueda no salir adelante. Hasta ahora parecía garantizado al cien por cien y mayormente aceptado en la ciudad. Pero la machaconería republicana a la contra ha acabado dando resultados.¿Se equivocó Barack Obama cuando entró al trapo de estas críticas? Si esperaba desactivarlas con su elocuencia y su autoridad ha ocurrido justo lo contrario: les ha dado carta de naturaleza de gran cuestión nacional. Según las últimas encuestas, casi un 70 por ciento de norteamericanos se oponen a la mezquita. Entre ellos un 82 por ciento de votantes republicanos, un 54 por ciento de los demócratas y un 70 por ciento de los independientes. Incluso en la ciudad de Nueva York aumenta la resistencia: ya son un 53 por ciento los que están en contra y sólo un 34 por ciento continúan a favor. Asimismo ha empezado a descender por este asunto la popularidad del alcalde Bloomberg.
Tan emponzoñado empieza a estar el tema que ya hay quien se pregunta: ¿y qué gana Bloomberg con todo esto? ¿Por qué apoya tan ardientemente una iniciativa tan discutida? ¿Sólo por principios o tiene algún interés oculto con Soho Properties, los promotores musulmanes de la mezquita, y con su presidente ejecutivo, Sharif El-Gamal?
Si lo tiene, nadie lo ha encontrado. Lo que sí parece indudable es el gran interés del alcalde en conservar esta inversión de 100 millones de dólares en un santuario urbano tan sagrado que no hay manera de que levante cabeza. No sólo las obras de reconstrucción de la Zona Cero van a paso de tortuga —ahora dicen que, con suerte, culminarán de aquí a cinco años más— sino que ninguna empresa de las que radicaban allí antes de los atentados ha mostrado mucha disposición a volver. Demasiados símbolos y demasiada atención, como se ve en este mismo caso.
¿Cejarán los promotores de la «Cordoba House» en su empeño y se irán con el Corán a otra parte? Los promotores lo niegan pero sí han aceptado una invitación a reunirse con el gobernador del estado de Nueva York, David Patterson, para estudiar la posible cesión de terrenos alternativos para la mezquita. Hasta ahora esta posibilidad se rechazaba de plano. Ahora no es que esté en marcha pero por lo menos se encuentra encima de la mesa. El hecho de que Barack Obama haya matizado, por no decir rectificado, su apoyo inicial, puede haber dado qué pensar a Sharif El-Gamal, quien inicialmente se declaró «profundamente conmovido y agradecido» por las palabras del presidente.
Pues debe, o debía ser, el único, porque a Obama no paran de lloverle críticas de sus propias bases y sobre todo de la flor y nata de la progresía electrónica e intelectual que en 2008 le llevó en volandas al poder. Ahora unos le acusan de «cobardía política» por su lenguaje fluctuante sobre la mezquita, y otros directamente le reprochan este lenguaje, por incoherente o por demasiado rebuscado.
Paradójicamente algunos de sus antaño rendidos admiradores le ruegan ahora que tome ejemplo de George W. Bush, quien era motivo de burla por no saber pronunciar bien algunas palabras. Pero el norteamericano de a pie le entendía siempre a la primera.

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