«El ayuno se resiste con voluntad»

Diario Sur, CRISTÓBAL MORENO, 14-08-2010

El pasado miércoles comenzó el mes sagrado para los musulmanes, una celebración en la que los fieles deben guardar ayuno durante el día y privarse de fumar, beber alcohol o mantener relaciones sexuales. Se trata del Ramadán, unos días de sacrificio de cuya duración no se tiene certeza hasta que llegan las últimas jornadas. «Hasta los últimos días no sabemos cuando acaba esta celebración, porque es algo que se rige por la luna, cuyo nuevo nacimiento marca el fin del Ramadán», explica el imán de la mezquita de Marbella, Allal Bachar.

Durante este mes, el templo musulmán de Marbella acoge a centenares de fieles que se acercan a rezar, una afluencia que aumenta bastante en estos días de celebración. Árabes, subsaharianos, asiáticos y algunos europeos y americanos se reúnen para orar en este lugar, dada la gran cantidad de culturas que se concentran en la ciudad. «Muchas de las personas que vienen a la mezquita son gente con pocos recursos que, en muchas ocasiones, vienen a pedirnos trabajo u otros favores. No es cierto que aquí venga sólo gente de clase alta», sostiene Bachar.

Tiempo de reciclaje

Para este religioso, el Ramadán no es sólo un sacrificio por tener que ayunar «que es algo que se hace en todas las religiones», sino que es además un tiempo para reciclarse y recordar los valores que se hayan podido dejar de lado durante el resto del año, «como la generosidad y la honradez», sostiene. Sin embargo, algunas personas están exentas de la prohibición de comer desde el alba hasta el anochecer, como son las mujeres embarazadas – que tendrán que hacer el ayuno cuando su estado se lo permita – , los niños y las personas de avanzada edad, quienes a cambio ofrecen comida a los necesitados.

Para Samira, el ayuno no es un simple renuncia, sino que con ella se puede sentir lo mismo que las personas que carecen de bienes. «Además, aprendemos la paciencia necesaria para cumplir con nuestros preceptos, algo que no nos cuesta porque lo hacemos con voluntad», afirma esta joven musulmana.

Mohsin, por su parte, ve en estos 30 días una escuela de formación en la que se consiguen «cumplir perfectamente con todas nuestras obligaciones religiosas. Pero esto no se acaba con el Ramadán, pues tenemos que intentar mantenerlo durante el resto del año», afirma este musulmán que acude a la mezquita con una túnica blanca que, según explica, sirve para disimular las formas del cuerpo. Por otra parte, Keltouma destaca el ambiente familiar que se vive en torno a la celebración de estos días. «En esta fiesta nos reencontramos con lo mejor de nuestra religión y nos invade un toque espiritual», sostiene.

Para el imán de la mezquita de Marbella, los musulmanes encuentran en España un lugar perfecto donde instalarse, «ya que se puede hacer amigos muy fácilmente y comparten todo lo que tienen. Por eso no comprendo a la gente que viene de fuera a cometer delitos en una tierra donde se le han dado todas las oportunidades», remarca. En cuanto a la prohibición del burka y el niqab, Bachar piensa que no debe ser algo tan problemático para la mujer, porque «el símbolo del islam es la oración y no un pañuelo. Además, debemos acostumbrarnos a la cultura de la ciudad donde vivimos», sostiene.

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