Internacional

El ramadán en Francia, un negocio con etiqueta "halal"

Canarias 7, EFE París , 12-08-2010

Mientras los poderes públicos galos trabajan para legislar en torno a polémicas como el uso del “burka” o la poligamia, Francia inicia el mes de ramadán al calor de las marcas que ven en el negocio “halal” un lucrativo mercado con más de cinco millones de consumidores potenciales.

Una comisión de teólogos de la Gran Mezquita de París ha estipulado que el ramadán comience hoy en Francia, por lo que durante el próximo mes la vida de ciudades con una comunidad islámica significativa como París, Marsella o Toulouse se verá ligeramente alterada.

El mes sagrado en el que los musulmanes guardan un ayuno solar que rompen al caer la noche estará salpicado este año por las polémicas sobre la eventual prohibición del “burka” en los lugares públicos y la posibilidad de que la poligamia, aceptada por el Corán, pueda acarrear la pérdida de la nacionalidad francesa, tal y como desea el ministro del Interior, Brice Hortefeux.

Sin embargo, mientras las iniciativas legislativas del Ejecutivo son criticadas por las formaciones de izquierda porque dicen que conducen a una “estigmatización” del Islam, la práctica del ramadán parece estar cada vez más extendida en Francia.

Según un estudio del instituto demoscópico Ifop, el 70 por ciento de los musulmanes respetó el ayuno en 2009, una cifra estable respecto a 2001 y en alza respecto a finales del pasado siglo, con una tendencia que perfila al mercado musulmán como un rentable segmento para las grandes cadenas de distribución.

Mientras la Alcaldía de Roubaix (norte) va retirándose de una batalla legal para impedir que prosperen los establecimientos de comida rápida “halal” de la marca Quick, a los que considera “discriminatorios”, el negocio de alimentos aceptados por la ley islámica parece bendecido.

De acuerdo con el mismo instituto, casi el 60% de las personas de origen musulmán asegura que compra sistemáticamente productos “halal”, un mercado evaluado en Francia en unos 5.500 millones de euros más del doble de lo que representan los 2.600 millones de los productos biológicos y cuyo crecimiento anual se sitúa entre el 15 y el 20 por ciento.

Las grandes firmas de distribución de alimentos como Carrefour o Casino no han querido soslayar esta oportunidad mercantil y han creado marcas como Wassila o Sabrina para comercializar un tipo de productos que supuso el 5% del volumen de negocios del pasado año para Nestlé, el mayor grupo de alimentación del mundo.

Otras grandes empresas del ramo como Alcampo o Lidl también han llevado hasta sus estanterías salchichas merguez o albóndigas kefta con la etiqueta “halal”, para competir con las carnicerías y tiendas de barrio a menudo regidas por musulmanes que desde hace décadas venden, por ejemplo, carne de cordero sin aditivos de origen porcino como los E-120, E-203 o E-288.

Pero el consumidor musulmán no es sólo atractivo para las empresas cuando se sienta a la mesa y otros sectores, como el de la telefonía o el turismo, también han abierto brecha.

Así, la marca finlandesa de teléfonos Nokia lanzará nuevas aplicaciones durante el mes sagrado, como los horarios de rezo o los textos del Corán en Mp3, una batería de servicios relacionados con el rito musulmán similares a los de la oferta del iPhone de Apple.

Otro de los sectores que estudia abrir establecimientos en Europa dedicados al público musulmán es el de la hostelería.

Suprimir las cadenas para “adultos” de la oferta televisiva, eliminar los productos con carne de cerdo de las cocinas y el alcohol del minibar, facilitar un Corán y una alfombra de rezo a los clientes, son algunos de los requisitos para obtener el sello “halal”.

“Al principio, trabajaremos por plantas”, explica Bruno Bernard, consultor de la firma Brussels Entrerprises Commerce and Industry (BECI), sociedad que a partir de 2011 otorgará a algunos hoteles un certificado de calidad acorde con la ley islámica.

Más adelante llegarán los “todo halal”, dice, una oferta para que los musulmanes puedan disfrutar de pequeños oasis acondicionados para su fe, del mismo modo que en algunos países islámicos los turistas se refugian en los hoteles para disfrutar de una cerveza fría.

Quizá los hoteles “halal” sean una buena opción para los casi cuatro millones de personas que respetarán el mes de ramadán en Francia, un período que se antoja especialmente caluroso este año al coincidir con el verano y que terminará el próximo 10 de septiembre.

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