Un comercio irregular | los protagonistas

«El mantero vive estresado»

«Sales por la mañana y no sabes si podrás vender o si lo vas a perder todo», cuenta un senegalés H Se mueven en grupo y envían avanzadillas para ver si hay policías.

El Periodico, 12-08-2010

Para un mantero de Barcelona, solo hay un lugar más importante que el pedazo de acera en el que expone diariamente su mercancía: el metro. Con el metro se desplazan y en el metro se refugian cuando la Guardia Urbana irrumpe en escena y les obliga a huir como almas que lleva el diablo. El panorama que el martes les esperaba a la salida de la estación de Barceloneta no era nada halagüeño. Con varios urbanos en moto apostados en el entorno del Palau de Mar y con coches patrulla circulando sin pausa por el paseo de Juan de Borbón, el senegalés Abdú y sus compañeros no encontraban lugar para colocar su mercancía. Así que estuvieron sentados en un banco hasta que, pasadas las nueve de la noche, vieron el terreno despejado y decidieron desplegarse.

«Ni robamos ni vendemos droga. Solo comercializamos un producto que, ¡además!, compramos aquí. No entiendo por qué nos persiguen tanto», cuenta Abdú, un joven universitario senegalés llegado a Barcelona hace dos años. «Solo intentamos sobrevivir. Además, no obligamos a nadie a comprar», insiste este inmigrante, que asegura que, con suerte, puede ganar 40 euros al día. «¿A quién le hace daño?», se pregunta.

Los manteros salen cada mañana con la mercancía empaquetada en grandes bolsas de basura. Uno de ellos, como avanzadilla, se desplaza sin llevar género a la zona donde quieren desplegarse para ver si hay mucha presencia policial. Si todo está tranquilo, llama a sus compañeros y les da luz verde. Mientras venden, otros hacen el papel de aguadores (nombre policial con que se bautizó a los que avisaban a los trileros) por si se acerca la policía. «Hay días en que salimos y no logramos extender la manta ni una vez», cuenta un compañero de Abdú. Su temor es que les incauten la mercancía. «Si lo pierdo es como si a un trabajador le robaran su nómina», afirma.

«El mantero vive estresado. Se levanta por la mañana y no sabe si va a poder vender la mercancía, si le va a pillar la policía y si le van a incautar la mercancía y va a perderlo todo», comenta Mamadú Diange, presidente de la asociación Nómadas del Siglo XXI. «Para nosotros –remata Abdú– cada día es un pequeño milagro».

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