Los contactos entre ambos monarcas son discretos cada vez que ocurre un incidente

La Voz de Galicia, Mateo Balín, 12-08-2010

El rey Mohamed VI celebró hace dos semanas el undécimo aniversario de su coronación, y como es habitual recibió la felicitación de don Juan Carlos. En mayo, tras la operación del Rey, su homólogo tardó minutos en desearle una «pronta recuperación y larga vida». Estas misivas reflejan las fluidas relaciones entre ambas monarquías, pero como es común entre los hermanos, también existen recelos mutuos que vician las relaciones, aunque sin llegar a romperlas. Algo así ha marcado la coexistencia entre España y Marruecos desde que Mohamed llegó al trono, en 1999.

El final del acuerdo pesquero entre Rabat y la UE, en diciembre de ese año, provocó la salida de los caladeros marroquíes de medio millar de barcos españoles. Durante año y medio se negoció la renovación, pero fracasó. Las consecuencias diplomáticas se agravaron con el incidente militar del islote de Perejil, en julio del 2001.

Los países retiraron a sus embajadores en la peor crisis desde la Marcha Verde. Fueron 21 días de crisis. Estados Unidos intervino para reanudar las conversaciones entre los Gobiernos. También los monarcas se telefoneaban para poner paños fríos. Pero Aznar no habló con el rey alauí en año y medio, hasta que la catástrofe del Prestige reactivó el teléfono de la Moncloa. Ya bajo el mando de Zapatero, la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla y el caso de Aminatu Haidar revolvieron las aguas. El Rey, de nuevo, tuvo que intervenir.

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