UGT Catalunya alerta de la doble discriminación que padecen las mujeres inmigrantes, que ganan la mitad que los hombres autóctonos y sufren un 10% más de paro que las catalanas. El sindicato advierte además que la reforma laboral impulsada por el Gobierno agravará su precariedad laboral en los próximos meses.

La organización cree que la prolongada crisis económica amenaza con incrementar de manera importante el número de personas en situación irregular que residen en Catalunya, especialmente entre el colectivo de mujeres inmigrantes. UGT señala que viven en la comunidad 489.999 mujeres inmigrantes con certificado de registro o tarjeta de residencia. Si no consiguen un contrato de trabajo o demuestran que cotizaron entre tres y seis meses se verán abocadas a una situación de irregularidad y probablemente a la economía sumergida.

En la presentación en Barcelona del informe Mujer inmigrada y mercado laboral,la secretaria de igualdad y políticas sociales de la UGTde Catalunya, Raquel Gil, explicó que la peor situación laboral de las mujeres inmigrantes está vinculada a la mayor temporalidad, paro, trabajo en sectores muy feminizados con peores condiciones y salarios, así como la subocupación por la dificultad para homologar las titulaciones que tienen de los países de origen.

La tasa de paro entre inmigrantes no comunitarias supera en más de diez puntos a las de las catalanas, con valores del 28% y el 15%, respectivamente, en el primer trimestre del 2010. Es un dato “especialmente preocupante” señaló Gil, quien recordó que en muchos casos son las mujeres inmigrantes quienes sostienen toda la economía familiar.

La subocupación es otra lacra para las inmigrantes según UGT, que destacó que el 22% de las extranjeras han cursado una educación superior frente al 39% de las españolas. El 36% de las mujeres activas españolas ocupan lugares de trabajo altamente cualificados, frente al 17% de las extranjeras comunitarias y al 12% de las no comunitarias.

En cuanto al tipo de ocupación, la organización alertó de la precariedad en sectores altamente feminizados como el servicio doméstico y el de la atención a personas en situación de dependencia, con peores horarios y salarios que la media.