Una mujer con burka va por el paseo de Gràcia. ¿Qué es la libertad? ¿Vestirse como quiera o prohibir que lo haga? Mientras pienso en la respuesta sigo su figura con la mirada. Le acompaña un señor, de manga corta, supongo que es su marido. Van despacio. Hay escenas que te invitan a reflexionar.

Hace unos años, en las escaleras del metro de plaza Catalunya, varias personas vimos a un hombre joven gritarle a su pareja. La mujer lloraba y él la empujaba con violencia contra una puerta de hierro. Nadie se detuvo, nadie hizo nada. ¿Qué dios puede pedir a una persona que esconda la sonrisa, que no disfrute con todos sus sentidos? La mujer con el burka debe mirar la vida por un resquicio. “Resquicio”, leo en el diccionario, es una abertura pequeña, pero también significa una ocasión para que ocurra algo. Las palabras son maravillosas.

Aquel día de la agresión no hacía falta nada más que detenerse. Y será por algo que mis emociones han relacionado dos situaciones tan distintas. Llevar burka no es una manera de vestir, no es una elección personal. Tal vez la prohibición no solucione el tema… pero ¿qué pasaría si nos quedáramos detenidos, de pie, en plena calle, al ver una mujer con un burka? ¿Y si lo hacemos?