INMIGRACIÓN | Un héroe de uniforme

La rebelión del 'poli' bueno

El Mundo, Carlos Fresneda | Tucson (Arizona), 29-07-2010

Martín Escobar fue siempre un policía disciplinado y más bien callado, pero la ley de inmigración de Arizona le hizo romper filas. Seis días después de que la gobernadora Jan Brewer estampara su firma, Escobar le echó valor y se atrevió a denunciar la ley SB1070 ante los tribunales, así le negaran el saludo sus compañeros de uniforme.

“No veo la manera de aplicar esta ley sin mirar la raza de la persona”, se justifica. “Es una ley discriminatoria contra los hispanos que puede alimentar el racismo y que está volviendo a levantar las viejas barreras en el estado. Llevo 15 años como policía y sé lo que ocurre en las calles… Me niego a ver a los indocumentados como criminales”.

Escobar nació al otro lado de la frontera, en Magdalena (Sonora). A los cinco años llegó a EEUU con su familia de seis hermanos. “Éramos muy pobres, pero estábamos muy unidos”, recuerda. “Y por aquel entonces era más fácil venir acá legalmente, apenas 500 dólares tuvo que pagar mi padre, que trabajaba como carpintero”.

Todos lograron aquí su pedacito de sueño americano, que para Martín consistió en hacerse policía (y abrir más tarde una academia de jiu-jitsu). Su labor, asegura, consiste no sólo en mantener la seguridad sino en “lograr la confianza y la cooperación de la comunidad”. En Tucson, con el 40% de la población hispana, hablar español es (o era) una ventaja para cualquier policía.

“A la gente le hablo de entrada en inglés, porque hay mexicanos que incluso se ofenden si les hablas en español. Pero nunca he acosado a la gente ni he preguntado de entrada por su situación legal. Sí he sido, sin embargo, testigo de grandes injusticias, como la del padre de familia que deportaron por no llevar en el carro el tapón de la gasolina. Abusos así pueden pasar todos los días con una ley como la SB1070”.

“Le he preguntado a mis compañeros cómo se hace para determinar si alguien es o no es indocumentado”, apunta Escobar. “La mayoría me ha dado la misma respuesta: que hablen poco o mal inglés o cómo se vistan… Pues bien, mi tío tiene 70 años, logró la ciudadanía la semana pasada, habla un inglés muy pobre y viste de un modo muy peculiar. ¿Lo van a detener por su aspecto?”.

Con la emoción a flor de piel, Escobar advierte de que al principio se sintió terriblemente solo ante el peligro cuando decidió llevar la ley a los tribunales. Impagable fue la ayuda del abogado Richard Martínez, también de origen mexicano, a cuyo abuelo deportaron en los años veinte… “Nosotros estábamos aquí antes, los inmigrantes precisamente eran los gringos que ahora quieren echarnos”, bromea el abogado. “Esta ley es inconstitucional y racista y no puede pasar”.

Sin la entereza de Richard Martínez, el respaldo de su mujer mexicana y el goteo silencioso de policías que se han ido poniendo de su lado, Martín Escobar no habría resistido esta lucha. “Aún me dejan mensajes feos en el teléfono, pero ya me siento más arropado. El policía David Salgado me ha mandado esta foto desde Phoenix. Es una pintada que han hecho en una escuela y dice: Gracias, oficiales Dobson, Escobar y Salgado por armarse de coraje y plantarle cara a la injusticia”.

Dobson, Paul Dobson, es el único policía anglo que se ha atrevido a levantar duramente la voz contra la ley de inmigración. “Me sentiría como un nazi si tengo que aplicar la 1070”, ha llegado a decir. La propia policía de Phoenix le ha abierto un expediente por sus declaraciones.

“La ley, tal y como estaba escrita, nos planteaba un gran dilema a los policías”, admite Escobar. “O te arriesgas a que te sancionen por indisciplina si te niegas a aplicarla, o te enfrentas a posibles acciones legales si la aplicas… La ley serviría sin duda para aumentar el recelo ante la policía en nuestras comunidades. Y también ayudaría a que aumentaran los delitos: tendríamos mucho menos tiempo para combatir los auténticos crímenes, como la droga o la violencia doméstica”.

“No es real el retrato que quieren hacernos. Los indocumentados no son criminales, narcotraficantes o matones. Son casi siempre familias que no quieren problemas y se pasan el día trabajando. Pase lo que pase, voy a seguir fiel a mi lema: Lucho porque nací para luchar. Nunca voy a rendirme a la injusticia y voy a defender a los que no pueden defenderse por sí mismos”.

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