El tráfico de drogas rebrota en la zona baja de Sestao al disminuir la presencia policial

El Ayuntamiento reconoce que se ha relajado la presión, pero dice que no ha recibido quejas vecinales

Deia, Aitor Alonso, 27-07-2010

Sestao. La droga vuelve a las calles de Sestao. Después de una temporada de relativa tranquilidad, el trapicheo y el consumo de sustancias estupefacientes ha rebrotado con fuerza en algunos puntos de la zona baja de esta localidad, uno de los puntos más conflictivos de la margen izquierda. Y lo ha hecho en un momento de relax policial que ha venido precedido de varios meses de fuerte presión que arrojó buenos resultados. Así lo han denunciado a este periódico varios ciudadanos que residen en el entorno y que han visto de nuevo movimiento de camellos y consumidores por la zona y lo corrobora la asociación de vecinos Txabarri Garbi. El Ayuntamiento, por su parte, reconoce que el operativo policial conjunto entre la Policía local y la Ertzain – tza ha disminuido en los últimos días, pero señala que no le constan quejas por este problema ni que se haya producido un repunte en la venta de droga en el entorno.

“Desde hace varias semanas hemos vuelto a percibir la presencia de gente por el barrio trapicheando y consumiendo, pero lo más vergonzoso de todo es que lo hacen a plena luz del día y en cualquier sitio, aunque haya niños pequeños delante”, asegura a DEIA una vecina que prefiere mantener su identidad en secreto por miedo a sufrir posibles represalias.

Este problema no es nuevo en la parte baja de la localidad. Los vecinos llevan años reclamando a las instituciones públicas – básicamente al Ayuntamiento y al Gobierno vasco – que limpien las calles de droga, uno de los problemas más importantes que ha sacudido en los últimos tiempos al barrio, y por ende a toda la localidad, junto con la delincuencia y la infravivienda. Manuel Fernández, presidente de Txabarri Garbi, asegura que tanto la Policía local como la Ertzaintza están informadas de todo lo que está ocurriendo. “Ellos nos dicen que están actuando, y aunque no ponemos en duda su labor, debemos denunciar que el tema sigue ahí”, remarca.

Operativo policial El pasado invierno, el alcalde de Sestao, José Luis Marcos Merino, y el consejero de Interior, Rodolfo Ares, mantuvieron una reunión en la que acordaron estrechar la colaboración entre los dos cuerpos de policía con el objetivo de mejorar la seguridad en la localidad. Fruto de este encuentro se han llevado a cabo un operativo especial para controlar, entre otros asuntos, la tenencia y el consumo de drogas. Durante los cuatro primeros meses los agentes abrieron un total de 190 expedientes, 78 de ellos en establecimientos y 112 en la vía pública. El balance que realizaron tanto los responsables municipales como los vecinos fue positivo. De hecho, el propio Merino remarcó el importante esfuerzo que se estaba realizando por erradicar las sustancias estupefacientes de la calle, pero en el caso de los ciudadanos, esa percepción ha experimentado un giro de 180 grados en las últimas semanas.

“Hubo una temporada, desde comienzos de año hasta hace tres meses aproximadamente, que la vigilancia era buena. Los policías venían, los veíamos entrando hasta el último rincón del barrio y así consiguieron ahuyentar a toda esta gente”, relata Amador, nombre ficticio de otro vecino que tampoco desea ver publicada su identidad por precaución. Sin embargo, los residentes comentan que desde hace varias semanas la presencia policial es prácticamente “nula” y como consecuencia tanto los camellos y drogodependientes han regresado a puntos como la calle Carranza, el parque de El Sol y la plaza de los Tres Concejos. “La mayoría son familiares o amigos de personas que residen por aquí y suelen merodear por la zona de las escaleras y los bancos o frecuentan un establecimiento de hostelería que hay situado en las proximidades, donde se ponen a trapichear, a fumar porros y a meterse sus rayas”, apuntan con cierto recelo.

Zorrotza Según ha podido saber este periódico, un grupo que suele frecuentar la zona está formado por una veintena de personas de etnia gitana procedentes del barrio bilbaíno de Zorrotza. “Son hombres que vienen en grupitos y dejan los coches aparcados en medio del callejón (de la calle Carranza), obstaculizando todo”, protestan. Aunque este constante trasiego no ha derivado por el momento hacia otro tipo de problemas, como por ejemplo delincuencia, los ciudadanos con los que ha hablado este periódico no ocultan su temor a que “el barrio se llene de gentuza” si no se pone fin al trapicheo. El presidente de Txabarri Garbi afirma que la mayoría de los vecinos “tienen miedo” a que estas personas “les agredan o les acucharen si llegan a enterarse de que han realizado una denuncia”, de ahí se explica que la mayoría no se atrevan a facilitar su identidad. “Casi todos los vecinos se sienten desprotegidos”, remacha. Fernández denuncia además que el Ayuntamiento haya fiado la vigilancia nocturna de la localidad a los serenos: “Parece que ahora son ellos los que tienen que ejercer de policías, y eso no puede ser así”, advierte.

Un portavoz del Consistorio sestaoarra, por su parte, señala que la presencia de ertzainas en la zona baja se ha visto mermada “desde hace quince días y porque deben realizar labores de refuerzo en las fiestas patronales”. Aún así, indican que “sigue habiendo presencia policial” en la zona y “operaciones anti – droga”. Otras fuentes consultadas aseguran que los operativos conjuntos llevan dos meses sin realizarse.

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