LEYRE HUALDE / San Sebastián

La búsqueda de reconocimiento causa conductas antisociales

El psicólogo Wenceslao Peñate asegura que la sociedad debe asumir que existe un determinado nivel de violencia

El Mundo, , 27-07-2010

La situación de los menores inmigrantes que viven en centros tutelados por las diputaciones forales ha sido este año motivo de desencuentros con el Gobierno vasco. Los proyectos educativos que se implantan y la disciplina que se enseña en estos lugares tratan de reinsertar a niños y adolescentes que han desarrollado conductas antisociales de algún tipo. Wenceslao Peñate Castro, catedrático de Psicología de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, afirmó ayer que estos centros no constituyen la mejor solución posible para los menores que hayan cometido delitos, independientemente de su nacionalidad.

«En mi opinión, lo mejor sería que estos menores estuvieran en hogares tutelados, ya que es donde se da un entorno lo mas parecido posible a la familia», comentó. En su ponencia dentro de un curso titulado ‘Psicosis, psicopatía y conducta antisocial’ reiteró que los referentes familiares y más concretamente, la influencia de los padres, es fundamental en el desarrollo de la personalidad de un niño. Por eso, consideró muy beneficioso que los menores que presenten conductas antisociales puedan convivir con una familia que los tutele y se preocupe por ellos en todos los aspectos.

Del mismo destacó la importancia de ayudarles a desarrollar una educación emocional, para lo que es preciso fomentar habilidades de comunicación. «Enseñarles a ser empáticos es un elemento de protección personal», explicó.

A pesar de que Peñate dejó claro que no existe una vinculación real de los comportamientos delictivos de algunos menores con su procedencia, etnia o cultura, señaló que el de los inmigrantes es un colectivo con características propias: «Están desarraigados de sus familias, por lo que pierden el referente de socialización más importante».

Existe determinados factores socio-familaires de riesgo, dijo Peñate, que se dan en la infancia y que son «predictores» de la conducta antisocial. Mientras que factores como la mala salud o la ausencia de los padres se dan en el 8% y el 12% de los niños que presentarán conductas antisociales, otros cuya mejora «sí está en manos de los progenitores» se dan en porcentajes más elevados: en un 13% de los casos existe poca disciplina; un 18% se debe a que los padres son delincuentes o tienen conductas agresivas; en otro 18% se aprecia «desinterés» por parte de los progenitores y un 31% supervisa muy poco lo que hacen sus hijos.

«Normalmente la violencia es fruto de ‘fallos’ en el proceso de socialización", indicó Peñate. El psicólogo explicó que todos los seres humanos se mueven por el deseo de ser queridos y valorados por su grupo de referencia. Señaló que únicamente un pequeño porcentaje de la desregulación y la aparición de conductas antisociales tiene origen en desajustes genéticas o problemas bioquímicos y que la mayor parte se debe a cuestiones educativas y a la falta de recursos, «pero sobre todo en la falta de aprecio y cariño. Hace falta que los queramos». «Pero, la sociedad es muy selectiva y excluyente», añadió.

Peñate habló de la necesidad de reconocimiento y aprecio de estos menores y aseguró que, si para conseguirlas se tienen que unir a otros como ellos «que ven un premio y una valoración en la conducta antisocial, lo harán en la medida en que otros grupos a los que les gustaría pertenecer les hayan rechazado». «En la medida en que la sociedad tiene disfunciones y desregula a algunas personas tiene que asumir cierta violencia en esos mismos individuos», dijo.

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