Usos alternativos de la superdiversidad

El Correo, AITOR IBARROLA-ARMENDARIZ, 17-07-2010

Hace cuatro años, el experto británico en Estudios de Migraciones Steven Vertovec acuñó el término ‘superdiversidad’ en un intento de captar toda la heterogeneidad y complejidad que los contingentes migratorios aportan a las grandes urbes. Según Vertovec, para determinar el grado de diversificación de las sociedades actuales ya no basta con referirse a los países de procedencia y filiación étnica de los inmigrantes. Si se quiere hacer una descripción atinada de esa diversificación hay que tener en cuenta otra serie de variables – muchas interrelacionadas – esenciales para evaluar correctamente las condiciones sociales, culturales y económicas de los distintos grupos. Entre ellas destacan la multiplicidad de idiomas, denominaciones religiosas, estatus legales (refugiados, irregulares, estudiantes, menores no acompañados, trabajadores…), vinculación a redes transnacionales o a un género o franja de edad.

El término ‘superdiversidad’ comparte con otros como ‘multiculturalismo’, ‘integración’, ‘interculturalidad’ o, más recientemente, ‘cosmopolitanismo’ y ‘adaptación razonable’ el hecho de que adquieren connotaciones diferentes en función del contexto y de quién los utiliza. Así, mientras antropólogos y sociólogos los emplean en estudios para dilucidar e interpretar las dinámicas que se producen en las sociedades entre distintos grupos humanos, la clase política y los medios recurren a ellos para tratar de explicar determinadas tensiones intergrupales o justificar la implementación de medidas que, en su opinión, conducirían a recuperar el orden y la armonía social. Cualquier intento de hacer operativos estos términos, cuando los objetivos son tan dispares, puede terminar en un auténtico galimatías de significados a los que el ciudadano no sabe muy bien cómo enfrentarse.

Sería una exageración describir la realidad social en ciudades como Bilbao o Vitoria – Gasteiz como ‘superdiversa’. A pesar del ingente crecimiento de la presencia extranjera en nuestra región, la situación es difícilmente comparable a la de macro – urbes tipo Londres, Nueva York, París o Los Angeles. Como Manuel Castells ha explicado, en ellas siguen existiendo las tradicionales bolsas de inmigrantes económicos segregados, pero además se están formando una serie de vecindarios marginales constituidos de acuerdo a raza, profesión, estatus legal, edad o la lengua de sus habitantes. Excepto en casos muy concretos, este tipo de procesos están aún por llegar a nuestra tierra. Sin embargo, aspectos tales como las tendencias demográficas, la creciente movilidad profesional o la creación de programas para atraer mano de obra especializada apuntan hacia una mayor diversificación de la población extranjera. Convendría por ello empezar a concienciarnos de las dificultades que suelen surgir en este tipo de contextos y de la utilización que de los mismos hacen los diversos agentes sociales.

Por lo general, demógrafos y geógrafos urbanos tienden a ofrecer una versión aséptica de los cambios poblacionales, limitándose a constatar – casi siempre cuantitativamente – las variaciones en los grupos humanos a lo largo del tiempo. Aunque ofrecen sugerencias respecto a los motivos que podrían explicar esos cambios, casi siempre prefieren mantener sus análisis a nivel de la precisión ‘observacional’, que rara vez evalúa los procesos de transformación. Son los sociólogos y demás científicos sociales los que abordan en mayor profundidad la significación de esos cambios recurriendo a teorías funcionalistas, estructuralistas o, incluso, marxistas que pudieran arrojar cierta luz sobre las razones y posibles consecuencias de dichos cambios. Un típico análisis sociológico de la diversidad se serviría de los resultados de investigaciones sobre transnacionalismo, flujos y sistemas migratorios, legislación de extranjería o problemas de integración para intentar analizar y explicar el fenómeno. Estos especialistas suelen concluir sus trabajos ofreciendo pautas sobre el tipo de retos que estos cambios van a suponer para la sociedad e incluyendo recomendaciones que debieran ayudar a gestionar las nuevas realidades.

Mientras que los profesores y expertos en los estudios de migraciones y de la diversidad socio – cultural tendemos a aproximarnos a la llegada de contingentes extranjeros con cierta avidez por descubrir lo que los datos recogidos nos revelan – que no siempre se corresponde con nuestras esperanzas y expectativas – , hay otros profesionales que ven su percepción de la multiculturalidad o la superdiversidad sesgada por la clase de eventos y dinámicas que merecen su atención. Antonio Bañón y Teun A. Van Dijk han demostrado que los periodistas son prisioneros de un discurso sobre la inmigración que reproduce lugares comunes y estereotipos que sólo tienen en cuenta los costes de incorporación de los recién llegados. Sin duda hay muchos periodistas que creen en las bondades de la superdiversidad, pero la tendencia de los medios a intentar capitalizar las noticias de tensiones y desencuentros va a hacer muy difícil su tarea de evidenciar los aspectos positivos del fenómeno. Otro tanto cabría afirmar de los políticos, para los que resulta más fácil expresar opiniones o aprobar medidas que sólo afecten a aquéllos que, por no contar con representación o ser marginales, no van a poder ejercer sus derechos más básicos. Esas opiniones y medidas, más que ayudar a cohesionar los grupos, persiguen el homogeneizarlos.

Como suele ser habitual, las versiones menos conocidas de fenómenos como la superdiversidad son aquéllas que están contribuyendo más decisivamente a darle forma. Aunque se hacen esfuerzos desde asociaciones de inmigrantes, ONG y unos pocos medios de comunicación por dar voz y hacer visibles las inquietudes de todos aquellos que están siendo testigos – y a veces víctimas – de este proceso, esos usos alternativos del concepto son todavía muy restringidos. Mientras sigamos dependiendo de versiones externas al proceso en sí para intentar comprenderlo, será complicado encontrar las respuestas más adecuadas y efectivas a los retos que el fenómeno nos va a plantear en un futuro no demasiado lejano.

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