JUANFER FERNÁNDEZ / Vitoria

«No tienen derecho a quitarme el niqab»

Una jueza de Vitoria imputa a una joven musulmana un delito de desobediencia por negarse a descubrir su rostro / Nadia Shahbi había acudido a los tribunales tras enfrentarse con un facultativo por el mismo motivo

El Mundo, , 15-07-2010

Nadia Shahbi afirma que tiene cáncer y que ha tenido que hacer frente a dos abortos. En el primero, aduce, perdió a dos niños. En el segundo, esperaba cuatro bebés y asegura que los volvió a perder. Hoy esta joven musulmana de 25 años sufre un embarazo de riesgo. A pesar de los vaivenes a los que se ha visto sometido su historial médico, promete que no volverá a hacer uso de la sanidad pública vasca. ¿Por qué? Según dice, el niqab que cubre su cara y parte de su cuerpo la ha desterrado de Osakidetza y la ha empujado a los juzgados.

La joven tunecina recibe a este periódico en el portal de su casa, en Vitoria. No tiene mucho tiempo: «A las 18.15 sale el tren; es que voy a ir a Madrid, a la televisión». De su cara sólo destacan dos ojos negros cercados por un inmenso velo blanco. Su marido, Raduan Hmadi, comienza a hablar por ella. Tras unos minutos, Nadia le interrumpe.

El pasado 4 de junio, la joven acudió envuelta en su niqab al centro de salud vitoriano de Olaguibel. El objetivo: obtener un volante médico para ser atendida por una ginecóloga. El responsable de Atención Primaria solicitó que dejara al descubierto su rostro para identificarla, para saber a quién tenía delante. «Lo primero que hizo el facultativo fue pedirme que me quitara eso de la cara», recuerda.

No lo hizo, «no tenía un dolor de muelas», no creyó necesario renunciar a sus creencias y, tras la negativa del médico, abandonó las instalaciones sin el ansiado volante.

Después del encontronazo de culturas, Nadia decidió volver al centro sanitario acompañada de su marido. Buscaban una explicación y se toparon con varias denuncias. «No tienes derecho a quitarle el velo», espetó Raduan al facultativo. Y arrancaron los altercados.

Fuentes de Osakidetza aseguran que el joven musulmán llegó a amenazar al médico que poco antes había despachado a su mujer. Radian lo desmiente a medias: «Discutimos, pero él no ha dicho en ningún momento que yo le quisiera agredir», afirma.

El atestado de la Ertzaintza, que se vio obligada a intervenir, es tajante: de las tres imputaciones con las que se saldó la discusión, dos de ellas van dirigidas contra la pareja. Una por un posible delito de atentado, insultos y coacciones al médico de Olaguibel y otra por insultos por parte de Nadia y Raduan a los agentes de la Policía autónoma.

El choque llegó el pasado lunes hasta los juzgados de Vitoria. Allí, la jueza debía contemplar no sólo la denuncia de la mujer, sino también la presentada por el facultativo contra su marido por amenazas.

La vista echó a andar y la magistrada instó a Nadia a descubrirse la cara. Ella volvió a negarse. La historia se repetía.

La joven explica en plena calle que la jueza tuvo ocasión de verle la cara momentos antes de la vista, cuando la imputada y su abogada estaban sentadas «en una salita». La magistrada, no obstante, decidió esperar.

Nadia habla con fuerza y no duda en ninguna de sus respuestas. «Mi abogada llegó a plantear dos posibilidades: que se colocara un biombo para que sólo la jueza me viera la cara o que, en una sala aparte, yo me quitara el velo para que me identificara. Ella se negó», argumenta.

Sin documentación

La magistrada, sin embargo, insistió y, después de pronunciar el tercer ruego y asimilar la tercera negativa, el juicio se cerró con una imputación a Nadia por un delito de desobediencia a la autoridad. Y es que, según reza la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la joven tunecina debía ser identificada antes de que diera comienzo la vista.

No portaba documentación, sólo un resguardo que avalaba que su pasaporte estaba en vías de trámite. No fue suficiente. La jueza invitó a Nadia a abandonar la sala y el juzgado de la capital alavesa dio por retirada la denuncia que la musulmana había interpuesto contra el médico de Olaguibel.

Ayer, un día después del juicio, Nadia se muestra indignada y acostumbrada al rechazo. «Vine de Túnez para optar a algo mejor, pero no lo he encontrado del todo».

Nadia y su marido se aferran ahora a dos premisas. Aseguran que llegarán «hasta donde haga falta» para reclamar los derechos de la joven y ella, embarazada, jura que no volverá a pisar ninguna instalación sanitaria del País Vasco: «Que sea lo que Dios quiera».

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