Malestar entre los nueve desterrados cubanos por el estatus que les aplicará el Gobierno español / Consideran que son asilados políticos

«No acepto el trato de inmigrante, no salí de Cuba de una discoteca»

La Razón, 15-07-2010

Los disidentes cubanos  llegados a España califican de «afrenta» el tratamiento como «inmigrantes».
 

Algunos de los nueve cubanos desterrados hasta el momento en España se planteaban ayer renunciar al estatus de «residencia protegida» que les aplicará el Gobierno español y exigir el tratamiento de asilados políticos. En la tarde de ayer, antes de la reunión que iban a mantener  con representantes de Exteriores, parte del grupo se enteró de que la intención del Ejecutivo es tratarlos como inmigrantes pese a que han pasado siete años presos por motivos de conciencia.


En otras ocasiones, a los disidentes llegados a España se les ha aplicado el estatus de refugiados políticos. Sin embargo, en esta ocasión, con el pretexto de que de esta manera los familiares de los expatriados podrán entrar en Cuba cuando quieran, se ha descartado esta fórmula en lo que podría ser –según fuentes del exilio en España– una de las exigencias del régimen cubano, que no reconoce ningún prisionero político en la isla.


Pese a que los liberados por la dictadura sostienen que la excarcelación de los 52 condenados en la «Primavera Negra» de 2003 es un hecho inédito al ser publicado en el diario oficial «Gramma» y por el hecho de que las propiedades de los desterrados no serán confiscadas, y agradecen al Gobierno y al pueblo español su solidaridad, consideran que «ese tratamiento es una trampa».


«No salgo de Cuba por temas económicos sino después de pasar siete años en una cárcel, condenado a 20 por ejercer el periodismo libre. No acepto el trato de emigrante o residente. Si no me dan el estatus de refugiado, me largo a otro país donde me den refugio político. Yo no salí de Cuba de una discoteca ni de un hotel o de una playa de Varadero.  Salí de una prisión. Pase siete años preso. Cuando entré mi hijo tenía cuatro años. Ahora tiene once». Así de contundente se mostró en declaraciones a LA RAZÓN Pablo Pacheco, de 40 años, llegado en el primer grupo de siete disidentes junto a su mujer y su hijo.


«Aunque las condiciones sean mejores con el estatus de emigrante y el Gobierno español garantice que los familiares podrán regresar, algo que nadie puede garantizar con los Castro ahí, exigiré que se me trate como a un asilado político. Renuncio a vivir como un rey, prefiero vivir como un miserable pero como refugiado político», añadió. Para muchos de los recién llegados se trata de un problema de conciencia. La opinión generalizada es que, después de pasar siete años presos por delitos de opinión, asumir que su salida se debe a causas que nada tienen que ver con su activismo político es poco menos que una afrenta.


En relación con su tratamiento como desterrados, Pachecho remarcó claramente a este diario [para explicar sus declaraciones a otro medio publicadas ayer en las que se aseguraba que no fue «obligado» a viajar a España] que «las opciones eran reducidas». «Si hubiera dicho que no iba a España, que era lo que se me ofreció, me hubiera tenido que quedar preso en Cuba y quizá ser liberado en cuatro meses. A los que se han negado a venir los van a presionar hasta que acepten el destierro».


Sobre la posible intervención ante la Eurocámara de los desterrados para pedir a la UE que se mantenga la posición común, Pacheco prefirió mostrarse cauto. «Vamos a esperar a que se libere a todos los compañeros. Mientras siga gente en prisión no hay nada que celebrar».

 

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