El rostro mestizo de la nueva Alemania

El Correo, FERNANDO ITURRIBARRIA, 01-07-2010

La nueva Alemania es joven y mestiza. Con una media de edad de 24 años y 96 días, la más baja desde 1934, la selección germana ofrece el rostro diverso y polícromo de una sociedad multicultural que encuentra en el fútbol su mejor escaparate. Once de los 23 seleccionados por Joachim Löw, casi la mitad, han nacido fuera de Alemania o son hijos o nietos de extranjeros. La eclosión teutona de la nación balompédica arco – iris en la Sudáfrica multirracial del post – apartheid supone la negación deportiva del postulado nazi de la superioridad de la etnia aria.

La prensa alemana celebra alborozada la transformación de su venerada ‘Nationalmannschaft’ en una ‘Internationalmannschaft’ por efecto de la ‘generation M’, por ‘multi – kulti’ (multicultural). El traspaso de testigo de la vieja guardia a las jóvenes promesas viene acompañado en los tricampeones mundiales (1954, 1974 y 1990) de una apertura a las diferentes comunidades inmigrantes que componen Alemania.

Jeronimo Cacau nació en Brasil en 1981, los padres de Marko Marin salieron de la Bosnia – Herzegovina en guerra para instalarse en Fráncfort, Dennis Aogo tiene raíces nigerianas, Sami Khedira es hijo de tunecino y el padre de Jerome Boateng es ghanés. Mesut Özil y Serdar Tasci son oriundos de Turquía, Mario Gómez lleva código genético español mientras que Miroslav Klose, Lukas Podolski y Piotr Trochowski forman el contingente polaco.

La canciller federal, Angela Merkel, considera que la selección alemana representa «un ejemplo de cómo pueden surgir modelos de conducta, modelos para todo nuestro país, tanto para aquellos que son de origen alemán como para los que desean integrarse». La jefa del gobierno germano, que asistirá el sábado al partido de cuartos de final en Ciudad del Cabo contra Argentina, reconoció en una reciente entrevista televisiva en la cadena pública ARD que el porcentaje de jugadores de origen extranjero en la selección alemana de fútbol es muy superior a la media de la sociedad, pero subrayó que éstos se convierten en «ídolos comunes».

Las autoridades federativas alemanas se replanteraron su política de convocatorias, reacia a los apellidos con fonética extranjera, a raíz de la prematura eliminación en la primera fase de la Eurocopa del 2000. Aquel torneo fue conquistado por la Francia ‘black – blanc – beur’ (negra – blanca – árabe), que dos años antes se había proclamado campeona del mundo bajo el liderazgo de Zinedine Zidane, hijo de inmigrantes argelinos. El antiguo internacional Olivier Bierhoff, mánager de la Mannschaft, recuerda estos días en Sudáfrica que «mirábamos a aquella Francia con admiración y no pensábamos que un equipo parecido fuera posible en nuestro país».

El milagro alemán de la diversidad fue posible gracias a la revisión del código de la nacionalidad en el año 2000, que permite la naturalización sin necesidad de ser hijo de padres autóctonos. La irrupción de jóvenes talentos de ascendencia extranjera ha supuesto una ruptura con los clásicos valores de potencia, rigor, fuerza moral y alergia a la estética que han sido las tradicionales señas de identidad del fútbol germano.

«Este equipo no está compuesto por jugadores con las cualidades típicamente alemanas», analiza Philipp Lahm, el nuevo capitán del combinado. «Pero eso nos ha hecho mucho bien pues es la selección con más talento en la que he jugado», observa el sucesor del lesionado Michael Ballack, que también va a acudir a Ciudad del Cabo a visitar a sus compañeros.

Natural de Santo Andro (Brasil), Claudemir Jeronimo Barretto, verdadero nombre de Cacau, obtuvo la nacionalidad alemana tras superar con éxito el examen obligatorio de naturalización. Su germanización es tan completa que sus compañeros le llaman Helmut y en Korb, pequeña localidad cercana a Stuttgart donde reside, cosechó seis votos en las elecciones municipales de 2009 aunque no estaba inscrito en ninguna candidatura.

Özil es otro de los mejores emblemas de la rejuvenecida Alemania mestiza. A pesar de las amenazas de muerte de los hinchas turcos y de las presiones federativas del país de sus padres, optó por jugar con Alemania y es hoy la nueva estrella del equipo. Musulmán practicante, al entrar en el terreno recita los versículos del Corán en árabe y reza para tener salud y éxito pues «me relaja y me da energía», señala el capitán del equipo sub’21 de Alemania, campeón de Europa el año pasado.

Al igual que ocurre en Francia, sobre todo en los sectores de la extrema derecha, en Alemania también se escuchan críticas a la falta de patriotismo de la ‘Generation M’ por no entonar el himno nacional. «En mi época, cantar era una forma de motivarse», apuntó hace poco Franz Beckenbauer, campeón mundial como jugador (1974) y como entrenador (1990).

«Yo he nacido en Alemania y me siento cien por cien alemán, pero no tengo necesidad de probarlo de manera demasiado demostrativa», le ha respondido Sami Khedira, de padre tunecino.

Lo cierto es que la sangre tira mucho en algunos neo – alemanes como Miroslav Klose, a quien a sus 32 años le encantaría prolongar su carrera internacional para disputar la Eurocopa de 2012, que se celebrará en Ucrania y Polonia. «Nací en Polonia, tengo familia allí, me gusta ese país y su población. Sería soberbio jugar un gran torneo allí», declaraba ayer en el semanario ‘Sport Bild’ el delantero del Bayern de Múnich, que con los dos goles marcados en Sudáfrica totaliza doce tantos en tres mundiales, los mismos que Pelé.

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