Cameron fija límites a la inmigración

El primer ministro pretende reducir el flujo de trabajadores de fuera de la UE

El Mundo, EDUARDO SUÁREZ / Londres, 28-06-2010

Corresponsal

David Cameron quiere cerrar el grifo de la inmigración. El objetivo es loable pero muy difícil en un país como el Reino Unido. Un país acostumbrado a las políticas laxas del laborismo, que ayudaron a mejorar la productividad y crear una economía floreciente pero potenciaron el paro de larga duración y empeoraron la calidad de los servicios públicos.

Al dilema responderá el premier conservador ajustándose a lo prometido durante la campaña. Es decir, fijando un cupo de inmigrantes de fuera de la UE. Una cifra más allá de la cual ninguna persona foránea que llegue al Reino Unido podrá lograr un permiso para trabajar.

El cupo no se establecerá hasta la primavera del año que viene. Pero Cameron no quiere generar un efecto llamada. Por eso, su ministra del Interior, Theresa May, anunciará mañana un cupo temporal que entrará en vigor el próximo 19 de julio. Según el diario The Times, 24.100 inmigrantes. Menos de la mitad de los 54.500 que lograron un permiso de trabajo el año pasado en el Reino Unido.

Parece una medida draconiana pero no lo es tanto. Y no sólo porque afecta a quienes llegan de fuera de la UE. También porque no tiene en cuenta los dos coladeros más porosos del sistema: los visados que el Estado concede a los estudiantes y los permisos de residencia por reagrupamiento familiar. El año pasado, los primeros fueron más de 273.000 y los segundos, alrededor de 38.000.

Son capítulos en los que el Gobierno se propone meter mano, pero más adelante. Por el momento, impondrá el cupo de inmigrantes. Una medida que criticaron con dureza sus socios de Gobierno: los liberal demócratas de Nick Clegg. No en vano su programa defendía una regularización de todos los inmigrantes sin papeles. Unos 570.000 según diversos observadores independientes.

La propuesta fue letal para el partido y ayudó a desinflar el auge repentino de Clegg en los últimos días de la campaña. Luego se esfumó a la hora de cincelar el programa de la coalición. Básicamente porque los conservadores dijeron que su política migratoria era innegociable.

Durante la campaña, Clegg criticó el cupo con dureza y lo retrató como una política chabacana y populista. Ahora le tocará defenderla como viceprimer ministro.

En cierto modo, la inmigración fue el gran asunto político de la campaña. Entre otras cosas, porque a ninguno de los dos grandes partidos les interesaba hablar de ella: a los tories porque les escoraba a la derecha y a los laboristas porque les sacaba los colores sobre su gestión. Luego entró en escena Gillian Duffy, la viuda que se permitió enmendarle la plana a Gordon Brown sobre la inmigración de la Unión Europea. Fue la prueba de que los políticos habían desatendido uno de los problemas que más preocupaban a los ciudadanos. Sobre todo en el Norte de Inglaterra, donde la llegada de trabajadores foráneos ha convertido a la clase obrera en la gran perdedora de los años del nuevo laborismo. He aquí uno de los dos bancos de votos en los que quiere pescar ahora David Cameron. El otro son sus votantes tradicionalistas del Sureste de Inglaterra, asustados por los titulares alarmistas de los tabloides sobre la avalancha de inmigrantes ilegales.

Los expertos han demostrado que la inmigración fue una de las claves de la bonanza económica británica. Los inmigrantes ayudaron a mejorar la productividad y mejoraron con sus impuestos los ingresos del Estado, lastrados por decenas de miles de británicos que abusan de los subsidios y se las arreglan para vivir sin trabajar. El objetivo de Cameron es sacar a esos británicos de la beneficencia y cubrir así el hueco que deje la inmigración.

Pero reducir el flujo no será tarea fácil. El Reino Unido recibió en 2009 más de 160.000 inmigrantes. El triple que antes de la llegada al Gobierno de Tony Blair. Cameron quiere reducir la cifra anual a 50.000 antes de 2015. Será muy difícil que lo consiga.

OORBYT.es

>Videoanálisis en EL MUNDO en Orbyt de Eduardo Suárez sobre la política de inmigración del Gobierno de Cameron.

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