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Un burka por ley

El miércoles, el Senado instó al Gobierno a prohibir el velo integral en los espacios públicos. Una decisión que sigue el camino emprendido por algunos países del Viejo Continente que alegan que esta prenda enmascara un tipo de esclavitud por ser una cárcel de tela.

Diario de noticias de Alava, A. Salazar, 27-06-2010

Velar por la dignidad de las mujeres que llevan el burka es
el argumento que esgrime la moción aprobada el miércoles en el Senado tras una
iniciativa capitaneada por el Partido Popular. Por tan sólo una diferencia de
dos votos, la Cámara alta insta a Zapatero a prohibir en todos los espacios
públicos, incluida la calle, este velo integral que oculta por completo el
cuerpo de la mujer que lo lleva, a quien una rejilla a la altura de los ojos la
permite ver. La decisión sigue el camino emprendido por Lleida, el primer
municipio en la cruzada contra esta prenda en edificios públicos. Una iniciativa
que provocó una oleada de reacciones similares en otros seis consistorios
catalanes, a pesar de que el uso de esta prenda es muy reducido entre las
mujeres musulmanas que viven en el Estado español. Según las estimaciones, tan
sólo unas decenas de las 2,2 que viven en él lo visten. Francia, Bélgica,
Holanda, Italia son sólo algunas de las naciones europeas que tampoco quieren
correr un tupido velo al respecto. El país galo acaba de aprobar el proyecto de
ley contra su uso en espacios públicos. Bélgica votó el pasado mes de abril a
favor de prohibir cualquier prenda que oculte el rostro en espacios públicos,
bajo multa de 25 euros y en Holanda las jóvenes completamente cubiertas no
pueden entrar en las aulas por razones de seguridad. Emakunde “Se crea un
problema donde no lo había” María Silvestre, directora del Instituto Vasco de la
Mujer Emakunde, considera que se está creando un problema donde antes no lo
había en el Estado español, ya que “detrás de ese debate que se ha suscitado hay
otros miedos, otras realidades y concreciones que igual no estamos llamando por
su nombre”, explica la responsable de Emakunde. A su juicio, no se está hablando
ni de un fenómeno, ya que no hay tantas féminas que vistan el burka en las
calles, ni, por ende, de una situación que inquiete a la ciudadanía. Silvestre
opina que tampoco es un tema se haya vinculado a la salud pública de las mismas,
sino a la seguridad para poder identificar a las personas, aunque añade que eso
ya se estaba haciendo: las mujeres se descubrían cuando así se les solicitaba.
“Hubo un caso en concreto de una mujer musulmana que se tapaba el rostro en un
juicio y se articuló la posibilidad que se descubriera ante el juez, siempre y
cuando su rostro no saliera en los medios de comunicación”, ejemplifica. Según
Silvestre, con la prohibición del burka en los espacios públicos se traslada
prejuicios sobre lo que nosotros creemos que es la sociedad musulmana, sobre
todo los relacionados con la inmigración del mundo árabe “porque no cuestionamos
las cofias, pañuelos de colores de mujeres africanas que también les tapan la
cabeza y muchísimas mujeres los llevan. Creo que tenemos que tener mucho cuidado
porque al final ¿prohibiendo el burka resolvemos los problemas de quién?”. Justo
esta cuestión es la que teme la directora: “Probablemente estamos agravando una
situación porque no lo estamos tratando con el realismo que necesita”. En este
sentido, Silvestre aboga por ahondar más en el debate y reflexionar también
sobre las tradiciones de la religión católica. Como dato, la directora de
Emakunde recuerda una anécdota de este mes cuando estaba moderando una mesa
redonda que organizaba la Alhóndiga de Bilbao con Ikuspegi el Observatorio Vasco
de Inmigración. A mi izquierda tenía una mujer islámica y a la derecha a una
monja, que llevaba la cabeza cubierta y la mujer árabe no. Una persona del
público, que era un hombre musulmán, dijo: “explíqueme ahora por qué la mujer
católica lleva cubierta la cabeza y la islámica no y a nadie le genera eso
inquietud, miedo o la necesidad de normativizar la situación’”. Ante todo, la
responsable de Emakunde insiste en trabajar con las mujeres que lleven el velo
integral porque no son tantas. “Comprobar si es por sumisión o no, implica más
recursos y no es tan fácil como dictar una norma. Implica una política más en
profundidad. Prohibiendo el burka no les vamos a sacar de esa situación de
dominación, probablemente les estamos complicando más la vida. Yo creo que hay
que combinar y sobre todo invertir recursos para profundizar en el estudio de
qué representa el estudio de esas prendas”. Silvestre también aboga por mirar lo
que dice el Consejo de Europa teniendo en cuenta, que va más a modelos
interculturales. Ahmed, marroquí residente en Vitoria “La ley no cambia la
mentalidad” Fue hace tres años cuando Ahmed Chaghouaui vio un burka por primera
vez en su país natal: Marruecos. Una prenda que a título personal le parece
“lamentable”, pero que respeta siempre y cuando se trate de una decisión
personal. Chaghouaui se pregunta si realmente merece la pena legislar por “un
caso o dos de mujeres” que llevan este velo integral de todas las musulmanas que
hay en Euskadi. “El 90% de la gente no lo percibe como un problema a no ser que
empiece a aumentar su uso”, se cuestiona. El profesor de Historia de la
Universidad del País Vasco (UPVEHU) está convencido de que el problema es que
no ha habido un debate sobre este tema ni entre los políticos, ni entre la
sociedad civil para crear una legislación. “Deberían consultar a las
asociaciones de árabes o a las mismas mujeres, aunque estas nunca se quieren
implicar ni salir en los medios en un tema que les afecta”. Chaghouaui apuesta
por que el Gobierno suprima esta vestimenta cuando atente contra la dignidad de
las mujeres, siempre y cuando se deba a una imposición hecha por terceras
personas. La moción aprobada por el Senado este mismo miércoles sólo sirve para
“disuadir” de problemas reales como la mala situación económica y el paro. “Con
la crisis vuelve el debate de la inmigración. ¿Desde cuándo el Estado legisla
sobre vestimenta?”, se pregunta. Este hombre afincado en Vitoria desde hace 13
años quiere precisar que es incorrecto que el burka adquiera el sobrenombre de
velo integral islámico. “En ningún texto sagrado del islam aparece el burka
porque es un fenómeno que surgió en Afganistán en los años 90 cuando los
talibanes subieron al poder. No comparto esa lectura fundamentalista que ha
impuesto esa tradición en zonas concretas. El matiz está en las mujeres
inmigrantes de Europa porque viven en un Estado de Derecho y eligen la ropa que
quiere llevar”. Dado que Chaghouaui es consciente de que aún así hay muchas
féminas musulmanas que usan la prenda por sumisión, apuesta por medidas para
combatir esa coacción: denunciar. Pero como hay muchas féminas que no se atreven
a hacerlo por miedo, opina que el Estado debe vigilar si aparecen terceras
personas que las sometan a esta prenda. “El Gobierno también debe intervenir en
la educación para que se quiten ese velo mental y aumente el respeto de todas
las culturas”. En caso de que el veto siga adelante, Chaghouaui asegura que éste
tendrá el efecto boomerang: “En vez de dejar de usarse, muchas musulmanas se lo
pondrán por solidaridad o por sentirse víctimas. La ley no cambia la sociedad,
sólo lo hace la mentalidad, que se pregunten por qué llevo esta prenda”.
Asamblea de mujeres de álava “Se trata de un debate estéril” Elixabete
Etxeberria es miembro de la Asamblea de Mujeres de Álava y afirma que su
agrupación no es partidaria de entrar a debatir sobre la dignidad de las mujeres
a través de una manifestación externa como puede ser el burka. “El debate se
torna estéril porque si de lo que de verdad se está hablando es sobre la
libertad y dignidad de las mujeres pongamos todos los elementos sobre la mesa,
empezando por nosotras mismas, en la actualidad, en nuestra cultura occidental.
Hablemos de los burkas en occidente”. En su lugar, prefieren que la sociedad
dialogue sobre otros temas preocupantes. “Digamos claramente todo lo que atenta
contra nuestra dignidad y nos discrimina: menores sueldos por el mismo trabajo,
dobles y triples jornadas haciéndonos responsables de los cuidados de los demás,
no poder decidir libremente sobre nuestros cuerpos, la presión sobre la estética
y las múltiples operaciones que se realizan”. La Asamblea de Mujeres de Álava
también tiene claro lo que habría que prohibir en lugar del velo integral: el
sistema patriarcal heterocentrado y capitalista “que es algo que nosotras, desde
el feminismo, venimos combatiendo desde hace ya mucho. Todas las religiones y
culturas, sin excepción, discriminan a las mujeres en mayor o menor grado. ¿Por
qué no se debate seriamente sobre esto?”, se pregunta este colectivo.
Etxeberria, en particular, considera que abogar por la libertad, de lo que sea,
a través de las prohibiciones, es “absurdo, demagógico y además mentira”. En
este sentido, añade que si pensamos que por prohibir el burka estas mujeres
serán más libres y dignas, “estamos bastantes equivocadas, además de no tener en
cuenta las consecuencias que pueda tener para ellas ni su opinión al respecto”.
Es por ello que a la Asamblea lo que le interesa es lo que piensen estas
mujeres, “por lo que les apoyaremos en las decisiones que ellas, libremente,
tomen”, asegura este colectivo.

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