Y tiro porque me toca

Burka y goles

Diario de Noticias, Miguel sánchez-ostiz, 27-06-2010

EL burka y los partidos del Mundial de fútbol son unos temas apasionantes y providenciales que permiten no hablar de las 3.000 fortunas clandestinas de “patriotas” españoles que tienen su dinero, 6.000 millones de euros, a buen recaudo, en Suiza. Habría que oír los discursos de estos patriotas sobre cómo Zapatero no sabe gestionar la crisis y sobre la unidad de la patria y demás lugares comunes al uso, porque aquí la afición a la arenga, al sermón y al discurso es lo último que se pierde.

Hay crisis, pero no para todos, porque lo más asombroso es que las fortunas han crecido en el último año de ruina generalizada; hay trampa y hay miedo a que las cosas vayan a peor, no en general, sino para uno mismo y para los nuestros, y hay una sorda cólera social que no va a parte alguna. Hay matones hasta en los supermercados para impedir que la gente robe comida o bebida.

Hablemos pues del burka, del velo integral, de los goles de unos y de otros, pero no lo hagamos de cómo se ha venido gestando una crisis económica sin precedentes, no hablemos de una casta a la que la crisis económica no toca ni de lejos, no hablemos de esa economía sumergida a la que nadie pudo poner coto, ni tal vez quiso – porque ellos, los interesados, decían que sin la trampa no eran “operativos”, sin la trampa no podían “generar riqueza” – ni de los fraudes a la Seguridad Social ni de los contratos basura, cuando había, ni de cómo las prestaciones sociales no llegan a todos ni de quiénes son y cuántos los que acuden a comedores de Cáritas… Burka, goles, patria. Amén.

Por no hablar, tampoco ha sido muy comentado el pacto electoral soberanista que han puesto en escena Eusko Alkartasuna y la izquierda abertzale, algo que había sido negado meses atrás, cuando se expandió el rumor. A bote pronto el ministro del Interior dijo que iba a poner en marcha los mecanismos legales necesarios para impedir que Batasuna concurriera a las elecciones. Extraño país éste que funciona a golpe de modificaciones del Código Penal y de la Ley Electoral, siempre un paso por detrás de lo que sucede cuando lo que pretende es ir un paso por delante. Piden que la izquierda abertzale condene de manera expresa la violencia de ETA en unos términos que la ley no prevé de manera literal, hasta ahora. ¿Es eso todo? Me temo que no. Me temo que habrá siempre algo más, un algo más resultado de tener al independentismo en el punto de mira, que es algo que parece ser un motivo de consenso nacional, tal vez el único. La Patria ante todo, por eso los 3.000 tienen el dinero en Suiza, a buen recaudo, a salvo de vaivenes políticos, mientras en la Agencia Tributaria se tiran los trastos a la cabeza como los conejos del cuento que discutían si los perros que se les echaban encima eran galgos o podencos.

Así que burka sí y sobre todo burka no. Y me gustaría que la oposición al burka estuviese motivada porque el uso de esa prenda “limita a las mujeres tanto social como personalmente y que, por tanto, cercena sus derechos y las discrimina”, y no por un vivo sentimiento de xenofobia que la propia crisis agudiza y que ve en el uso del burka el símbolo de una religión detestable y la afirmación radical de una diferencia inalcanzable e indomeñable: el otro que no se pliega a las normas y convenciones sociales que se dicen mayoritarias en una sociedad en expansión, abierta, permeable en la que las diferencias internas son cada vez mayores. Burka no, pues, aunque lo disfracemos de defensa de los derechos de la mujer, que es algo que queda estupendamente. E incluso sostenemos que a nosotros la religión, plím, que allá cada cual (mentira, mentira, siempre lo ha sido) y etcétera.

Aparecemos en escena “preocupaos”, hondamente preocupaos, así se dice, por derechos laicos, cuando nuestra laicidad fenece cada día por goleada y las procesiones, expresiones de una opción política mucho más que demostraciones piadosas, recorren las calles nos guste o deje de gustar; preocupaos y defensores de derechos fundamentales jacobinos, igualitarios, republicanos, cuando lo que nos patea es el moro, en general y en particular. Basta leer los feroces comentarios que aparecen en los foros y las muy precisas expresiones de rechazo. Feroces de veras. Decir que hay rechazo social es poco. Y por lo que respecta a las religiones, la nuestra, la del otro, éstas distan mucho de ser un asunto privado porque hasta la fecha nos están separando, y de qué modo, en lo público, en lo civil, en lo social… vistas desde fuera más parecen expresiones de una ideología política, conservadora y autoritaria, que ámbitos de concordia.

Burka, burka, entonces, y los goles, las alineaciones, los berridos de la afición, los aullidos patrióticos de quienes ven a España como un país extranjero, las borrascas de las selecciones, los morros partidos y los resultados elevados todos a cuestiones de Estado, que incluso dejan al burka a un lado durante un rato, cuando en algunos países el Estado está poco menos que en quiebra, no por no poder atender, como en las viejas liquidaciones, sino por no haber sabido atender o por no haber sabido qué era exactamente lo que había que atender. Hay que poner la honra y la honrilla a salvo, junto con los dineros, y dejar la huelga general para septiembre, a ser posible del año que viene – salvo aquí, que es para pasado mañana, en previsión de que entre tanto las cosas van a ir a peor: dudo mucho que cuando llegue septiembre todo vaya a ser maravilloso, como decía la canción – , antes de que sea obligatorio colgar no el cartel de no poder atender, porque de lo que se trata es de que haya algo para atender, sino el de cerrado por defunción.

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