SUCESOS

«En tres segundos se llenó todo de cadáveres»

La «imprudencia» al cruzar las vías del tren causó el accidente, en el que murieron trece personas y catorce resultaron heridas

Diario Vasco, MÓNICA BERGÓS | BARCELONA., 25-06-2010

La fiesta acabó en tragedia. La mágica noche de San Juan tuvo un desenlace terrible cuando una treintena de jóvenes fueron arrollados por un tren ‘Alaris’ en el apeadero de Castelldefels Playa. Trece muertos la gran mayoría latinoamericanos y catorce heridos fue el amargo reguero del convoy. Tres investigaciones abiertas desde Adif, Renfe y el juzgado de guardia de Gavá deberán esclarecer las causas del funesto accidente. Las primeras informaciones apuntan a la «imprudencia» de las víctimas, que, embargadas por la euforia de una noche festiva, optaron por cruzar las vías en dirección a la playa, sin hacer uso del paso subterráneo.
Pasaban minutos de las once de la noche y el convoy de Cercanías que había salido de Barcelona Sants a las 23.06 viajaba rebosante de pasajeros. Dejó a cientos de personas en Castelldefels Playa, uno de los destinos más populares para celebrar la verbena de San Juan. Con el andén hasta los topes y el paso subterráneo que llevaba hasta el arenal colapsado de gente, decenas de pasajeros optaron por la solución más rápida para acceder al otro lado de la estación: cruzar las vías. Fue entonces cuando un tren de alta velocidad procedente de Alicante que salía de los túneles del Garraf «apareció de la nada», según han declarado algunos testigos, y los arrolló. Circulaba a 139 kilómetros por hora. El máximo permitido era 150.
El rostro de Marcelo Carmona, boliviano, no podía ocultar la tragedia. «Se escuchó el claxon del tren varias veces y en tres segundos… se llenó todo de cadáveres, hubo muchos gritos y mucha angustia».
El convoy dejó a su paso una escena dantesca. Algunos de los cadáveres quedaron completamente descuartizados. Incluso varios de los heridos recibieron fuertes golpes provocados por extremidades de los fallecidos que salieron disparadas. «Ha sido horroroso. Había trozos de muertos por todos lados. La gente lloraba y gritaba buscando a sus familiares», relataba Genís Gil, un vecino de Castelldefels que se encontraba en la estación en el momento del atropello.
Jorge Paz, un pasajero que viajaba en el mismo convoy de las víctimas, explicaba conmocionado: «El impacto me pilló justo cuando cruzaba el paso subterráneo, escuché los golpes y pensé que eran petardos. Pero no, era el ruido de la gente que salía despedida». El colombiano John García, quien también había cruzado las vías, se felicitaba por su buena suerte: «Me he salvado por tres segundos. Fue subir al andén y justo pasó el tren. Fue terrible, volaban cuerpos por todas partes. He visto cosas horribles que nunca olvidaré». Se da la circunstancia de que diez vigilantes de Renfe iban a entrar en servicio a las 23.30 horas apenas siete minutos después de que se produjera el accidente con el objetivo de controlar la avalancha de ciudadanos que suele registrarse todos los años.
Los servicios de emergencia se personaron en el lugar del siniestro a los pocos minutos. Tuvieron problemas para cuantificar el número de víctimas por el lamentable estado de los fallecidos. «Es el puzzle más trágico», se lamentó uno de los sanitarios. Durante el día de ayer, con la zona acordonada, efectivos de la Policía científica rescataban prendas de ropa y calzado que les pudieran ayudar en la identificación de los cadáveres.
Los cuerpos de las víctimas fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Barcelona. En un principio se pensó que eran doce, pero al analizar los restos se elevó la cifra a trece. Por la brutalidad del impacto, las identificaciones de los fallecidos se han convertido en una dificultosa labor. «Será complicado saber si los restos corresponden a una misma o a diferentes personas», vaticinó la consejera de Justicia de la Generalitat, Montserrat Tura.
Al cierre de esta edición los forenses y la Policía científica contaban con «indicios» sobre la identidad de ocho de las trece víctimas, siete hombres y una mujer. La mayoría de los fallecidos son ecuatorianos, aunque también hay algún colombiano y algún boliviano. Diez de los catorce heridos ocho varones y seis mujeres continuaban ayer ingresados en hospitales del área metropolitana de Barcelona. Todos ellos tienen entre 16 y 26 años, excepto una mujer de 45.
700 pasajeros
A la luz de las primeras informaciones, el ministro de Fomento, José Blanco, y el presidente de la Generalitat, José Montilla, atribuyeron la tragedia a una «imprudencia» de las víctimas, pues la estación cumplía con «todas las medidas de seguridad». Las instalaciones fueron remodeladas el pasado año y sus medidas legales de señalización operaban «con normalidad» en el momento del siniestro, según Adif. El consejero de Política Territorial y Obras Públicas de la Generalitat, Joaquim Nadal, señaló que la estación tiene «una dimensión sobrada» para asumir el flujo de pasajeros, con dos ascensores y un paso subterráneo de 3,5 metros de anchura. El tren transportaba a 700 personas, cuando su capacidad era de mil.
Desde una habitación del hospital de Bellvitge, Charly un joven ecuatoriano que salvó la vida por «puro milagro» dice que el tren «pitó demasiado tarde, casi cuando ya estaba encima de nosotros, y no nos dio tiempo a hacer nada». Su mujer tiene contusiones en una pierna y su tía está desaparecida. Otro pasajero, Fernando Ortega, afirma que cruzó las vías tras comprobar que el paso subterráneo era «muy estrecho» y estaba «colapsado de gente».
La confusión también reinó entre algunos viajeros al ver que la pasarela elevada que solían utilizar estaba cerrada tras la remodelación de las instalaciones. «Yo no sabía que había un paso subterráneo. Por eso, cuando vi la pasarela cerrada con una cadena, pensé que no quedaba otro remedio que pasar por encima de las vías», explicaba Dani. Por su parte, Marcelo Cardona admitió que «la euforia y la impaciencia por llegar a la playa» hizo que muchos pasajeros ignoraran el subterráneo. «Como íbamos tan apretados en los vagones la gente salió como una ola de agua hacia el andén», relató. El conductor del tren, que ayer se encontraba en estado de shock, dio negativo en el control de alcoholemia.

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