El lío del burka

La Vanguardia, Ciudadanos, 25-06-2010

Quizás es un homenaje inconsciente a Miguel de Unamuno, autor de una magnífica frase que incorporé hace años a mi mochila particular: “el modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura”. Y cien veces estamos dándole con el martillo, a ver si el clavo entra en alguna rendija legal y resuelve el galimatías. Hablamos del velo integral, la arista más visual del punzante dilema democracia frente a islam.

A estas alturas ya sabemos algunas cosas, especialmente aquellos que estamos alertando desde hace años de la necesidad de abrir este incómodo debate. Sabemos que la derecha clásica aprovecha electoralmente el tirón popular del tema, y que la izquierda clásica tiene un lío ideológico monumental, tanto que no sabe ni lo que piensa. En medio de ambos espectros políticos, algunos políticos más centrados (muchos de ellos, alcaldes) dicen cosas sensatas, lo cual da un poco de respiro. Pero mayoritariamente, para desgracia del sentido común, este debate no se dirime en el territorio fértil de las ideas, sino en el arenal estéril de los lugares comunes y las consignas, allí donde, precisamente, no habitan las soluciones. Por enésima vez, pues, intentemos dar al clavo, aún a sabiendas de que macharemos la herradura.

Primero, este no es un debate de opciones personales, y cualquiera que lo plantee en estos términos, ni ha leído nunca un solo texto integrista islámico ni sabe qué serios retos plantea a la democracia ni conoce el alcance de la amenaza. En este sentido, no deja de resultar grotesco que los mismos que practican una tolerancia inconcebible con el machismo feudal islámico, sean los que históricamente han levantado la bandera del feminismo. ¿Paternalismo progresista para con el islam? Paternalismo y una dosis de ingenuidad harto suicida. Segundo, la presión sobre la mujer musulmana se ejerce desde todos los ámbitos de la vida cotidiana, tanto sobre las jóvenes que visten “a la occidental” y a menudo son insultadas, apartadas, ninguneadas, como sobre los padres o maridos que les permiten tamaña indecencia. Esta presión es constante allí donde han aterrizado los líderes fundamentalistas, cuya voluntad de dominar todas las mezquitas de Catalunya, empieza a ser un sueño alcanzable.

La cuestión, por tanto, atañe a lo ideológico, y no a lo religioso, y tiene que ver con la voluntad de una ideología totalitaria de vencer a las sociedades democráticas allí donde se instala. Para preocupación, los datos del CNI al respecto… Finalmente, y no es menor, la cuestión de la seguridad, cuyas razones son de manual. Prohibir el velo integral, por tanto, es una necesidad legal, no solo por defensa democrática y por dignidad femenina. También porque es necesario enviar un mensaje claro a estos militantes del integrismo feudal que sueñan con destruir nuestras sociedades: la libertad no ampara su locura fanática.

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