Una trágica imprudencia

Las Provincias, 25-06-2010

La noche más corta del año se tornó en día de luto oficial. La que se presentaba como una velada de fiesta y celebración acabó en tragedia. De los 13 jóvenes que se dejaron la vida el miércoles por la noche en las vías del tren de la estación de Castelldefels, Barcelona, y de las 14 personas heridas, tres de ellas de extrema gravedad; la mayoría era de origen latinoamericano: cinco, por lo menos, de Ecuador, y dos de Colombia. Habían viajado desde la capital catalana y poblaciones limítrofes a la localidad costera para pasar la verbena de San Juan en la playa. Cuando descendieron del Cercanías se encontraron con que el paso subterráneo que tiene la estación estaba colapsado, lleno de gente, y decidieron atravesar las vías a pie, con la fatalidad de que en ese momento hizo entrada a gran velocidad un tren Euromed, procedente de Alicante sin parada en Castelldefels, que les embistió.

Tanto el Ministerio de Fomento como el presidente de la Generalitat, José Montilla, señalaron que la estación disponía de todas las medidas de seguridad, ya que se había remodelado en octubre de 2009. Montilla y José Blanco atribuyeron el accidente a una imprudencia de la treintena de personas que cruzaron la vía a pie. «Una trágica imprudencia», resumió Montilla.

Paso subterráneo

«Todo hace pensar que se debió a una imprudencia por no usar el paso subterráneo, pero hará falta una investigación que arroje luz», añadió Blanco. Esta versión no agradó al cónsul general de Ecuador en Barcelona, Freddy Arellana, quien aseguró que las víctimas «no encontraron la señalización adecuada» para cruzar las vías. El diplomático dijo que hablaba después de consultar a algunos de los supervivientes de la tragedia.

Según relataron testigos presenciales, sobre las 23.30 horas de la noche del miércoles, un grupo de pasajeros se dirigió al puente elevado que hay en la estación para cruzar al otro lado del andén y se encontró con que el paso elevado estaba cerrado. Tenía una reja que impedía el paso y no pudieron acceder a la pasarela. Hacía meses que estaba cerrado. Como el paso subterráneo estaba colapsado por los cientos de personas que descendieron en la parada, entonces decidieron cruzar las vías a la carrera.

A pesar de la larga recta que facilitaba la visibilidad no vieron o no oyeron el tren que venía en sentido contrario, o si lo vieron calcularon mal la huida. La escasa visibilidad nocturna y la euforia de la fiesta les dejó sin tiempo para reaccionar. Según fuentes oficiales, el conductor avisó varias veces con la bocina y aminoró la velocidad, pero no pudo evitar la tragedia. «Estábamos desorientados porque no sabíamos qué salida tomar. La gente imprudentemente se aventuró a cruzar las vías del tren», señaló Candy Rocío Carmona, testigo de la tragedia. El tren Alaris circulaba a 139 kilómetros por hora, el máximo permitido es 150, y hubiera necesitado un kilómetro para detenerse, según fuentes de Renfe. El conductor dio negativo en las pruebas de alcoholemia e hizo las señales acústicas reglamentarias.

Al cierre de esta edición, la consejera catalana de Salud, Marina Geli, informó que una mujer, de 28 años, se encontraba en situación muy crítica y dos menores, de 15 y 16 años, se hallaban en extrema gravedad con traumatismos.

Edelin Contreras y Joel Batista, dos de las viajeras, lo vivieron en directo: «Intentamos pasar por la vía del tren y no había ni luces ni avisaron de que había tren ni nada. No se veía nada», afirmaron. Extremo que niegan las autoridades de Castelldefels y los responsables de la Generalitat de Cataluña

En cualquier caso, tanto Adif, el administrador de infraestructuras ferroviarias, como Renfe y el juzgado de Gavà, que ya tiene la caja negra de la locomotora, han abierto investigaciones para esclarecer las circunstancias del accidente. El consejero de Política Territorial, Joaquim Nadal, defendió el estado en el que se encuentra la estación. «Llevamos meses con este apeadero nuevo y operativo. Tiene una dimensión sobrada respecto al marco legal que establece el paso subterráneo y con dos ascensores para superar las barreras arquitectónicas», aclaró.

Fuentes de la Generalitat señalaron que la estación estrenó instalaciones hace seis meses. Cambió la accesibilidad, los sistemas de control de entrada y un paso inferior entre andenes con escaleras fijas y ascensor. El paso de 21 metros y medio de longitud sustituía a la pasarela que sirve ahora sólo para cruzar de un lado a otro de la carretera.

«Cuando se puso en marcha el paso subterráneo y los dos ascensores, se cerró la parte de pasarela que daba acceso a la parte superior porque se entendía que con el tráfico habitual de personas era suficiente», relató Víctor Morlán, secretario de Estado de Infraestructuras. No obstante, reconoció que siempre se puede hacer más. «Uno se queda bastante entristecido porque ve que no ha llegado a cubrir todas las posibilidades que existían».

Aunque Fomento y la Generalitat incidieron en que la estación cumple con los protocolos de seguridad, los problemas que el puente elevado podría acarrear habían sido denunciados por el Esquerra Republicana, que hace meses reclamó que se mantuviera abierto para evitar problemas a la hora de salir del recinto. Sobre todo cuando se producen grandes aglomeraciones, como los días festivos, cuando cientos de miles de personas acuden desde diferentes localidades a las kilométricas playas de Castelldefels.

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